Taller de Estudios
y
Análisis Bioenergético
ESTRES Y ENFERMEDAD
Alexander Lowen, MD
Traducción: Psic. Luis Gonçalvez Boggio- Monografías IIBA / NY
“Investigar es ver lo que todos ven
pero pensar lo que nadie ha pensado”
Albert Szent- Gyorgyi
A. La Naturaleza de la Enfermedad
Este trabajo se basa en mi
interés por las enfermedades psicosomáticas tales como: artritis, colitis
ulcerosa, enfermedad coronaria cardiaca, lupus eritematoso, psoriasis, migraña,
etc. A través de los años he tratado a muchos pacientes con estas enfermedades
con cierto éxito. También he tenido fracasos que me han llevado a pensar acerca
de la naturaleza de estas enfermedades. Una observación me ha impresionado.
Algunas personas son más propensas a la enfermedad somática mientras que otras son más propensas
a la enfermedad mental. Parece ser que hay cierto grado de exclusividad entre
estos dos tipos de respuesta al trauma o estrés. Por otro lado, por mucho
tiempo he mantenido la idea de que toda enfermedad es psicosomática dado que
psique y soma son simplemente dos caras diferentes del funcionamiento de un
organismo. Esta contradicción aparente, puede ser explicada siguiendo la
afirmación de Wilhelm Reich de que psique y soma son ambos antitéticos y
funcionalmente idénticos. Su función es idéntica en el nivel energético, en
cuyo nivel podemos comprender mejor la reacción del cuerpo al estrés.
El hecho de que toda enfermedad
podría ser vista como una reacción al estrés, no es un concepto nuevo. El rol
del estrés en la etiología de ciertas enfermedades crónicas fue demostrado
hermosamente por Hans Sellye, un pionero en este campo. Sin embargo, para
justificar la afirmación de que toda enfermedad está relacionada con el estrés,
debemos ampliar el concepto de estrés para incluir situaciones tales como
invasión por parásitos o micro organismos patológicos y aun los accidentes. Por
ejemplo, si una persona se tuerce un tobillo, se enferma (en oposición a estar
saludable) dado que la hinchazón y el dolor resultante le impiden caminar
normalmente. El estrés, en este caso, es el ligamento torcido al cual el cuerpo
reacciona con hinchazón y dolor. El accidente es el agente estresante que
produce el estrés, el cual, como consecuencia causa la reacción que nosotros
llamamos enfermedad. Si la torcedura es poco seria y no resulta en hinchazón y
dolor, la persona no será considerada enferma.
Las bacterias patógenas también
son agentes estresantes cuando invaden al cuerpo poniéndolo bajo estrés. En
este caso, también, el estrés podría ser leve, causando poca reacción en el
cuerpo. O podría ser bastante severo si las bacterias son virulentas y resultan
en enfermedad, marcada por fiebre, inflamación y debilidad. Si el cuerpo puede
enfrentar el estrés provocado por el agente estresante sin perturbar
marcadamente el normal funcionamiento, no hay enfermedad. La enfermedad es, en
este sentido, equivalente a malestar (“dis-ease”) y representa un colapso del
funcionamiento normal del cuerpo. Siempre denota una incapacidad del cuerpo
para hacer frente al estrés.
Aquí hay otro ejemplo.
Recientemente sufrí de un ataque de una hiedra venenosa. Por supuesto, no fui
atacado. Simplemente toqué las raíces de la planta de hiedra venenosa que
libera un sustancia aceitosa que es ligeramente tóxica a la piel. Luego de
varios días, la parte frontal de ambos brazos reaccionó con una brotación,
hinchazón y picazón intensas. En otras partes de mi cuerpo aparecieron áreas
localizadas de inflamación que también picaban intensamente. Finalmente, me
inyectaron cortisona que rápidamente redujo la inflamación, pero la picazón
disminuyó lentamente. La enfermedad, en este caso, fue la reacción del cuerpo
al estrés provocada por el exudado de la planta, que fue el agente estresante.
La brotación, inflamación y picazón representaban el intento del cuerpo para
superar o eliminar el agente estresante y reparar el daño que causó. No
obstante, en otras ocasiones en que he estado expuesto a la hiedra venenosa no
reaccioné con enfermedad. En aquellos casos mi cuerpo hizo frente al estrés sin
deprimir mi bienestar.
Nótese que siempre hay algo de
retraso entre la exposición al agente estresante y la reacción al estrés que
causa. Esto requiere una explicación. ¿Han notado ustedes que cuando se cortan
con un instrumento muy filoso no hay dolor en el momento del trauma?. El dolor
aparece segundos después. La explicación es que la herida produce un estado
momentáneo de shock en el organismo. El dolor sobreviene sólo cuando el shock
desaparece y el cuerpo reacciona con una liberación de fluido para sanar la
herida. El exudado lentamente se espesa y endurece para cubrir la herida en la
superficie del organismo. Más tarde se vuelve una cáscara. En esta situación,
el dolor se debe a la presión creada cuando el flujo de sangre, fluido y
energía encuentran la resistencia de la cortadura. El dolor debe ser visto como
una expresión vital positiva. No hay dolor en la muerte o al morir. Es la lucha
contra el morir lo que provoca dolor. Para comprender al dolor como el
resultado de una fuerza vital contra un bloqueo o resistencia, considérese el
dolor del nacimiento cuando la cabeza del bebé presiona contra el cuello del
útero no dilatado. Una condición similar se desarrolla cuando una masa fecal
larga y dura es empujada a través de un orificio anal muy contraído. Un bloqueo
o contracción no es doloroso cuando ninguna fuerza o energía se dirige contra el
mismo. Por otro lado, cuando no hay resistencia a la fuerza o energía el
resultado es un flujo placentero. La mejor ilustración de este concepto es el
fenómeno de congelamiento. Cuando una parte del cuerpo sufre congelamiento, no
hay dolor. El dolor sobreviene cuando se calienta esa parte del cuerpo. Esto se
debe a la presión causada por el flujo de sangre hacia los tejidos congelados y
contraídos. El proceso de curación de un dedo o mano congelada debe hacerse
gradualmente a fin de evitar el dolor extremo y el peligro de daño a las
células debido a la presión. La reacción inmediata a todo trauma es el shock,
el cual puede ir tan lejos como para resultar en una pérdida de conciencia. Es
sólo cuando el shock desaparece y el cuerpo reacciona positivamente al trauma
que el dolor tiene lugar. Lo mismo se puede aplicar en el caso de la
inflamación.
Una enfermedad debe ser vista,
por tanto, como el intento del cuerpo para restaurar su integridad luego de
algún trauma. Escuché por primera vez este punto de vista expresado por mi profesor de patología de la facultad de
medicina. Desde entonces, he aprendido que ese era el punto de vista común de
la medicina del siglo XIX y derivó del concepto de enfermedad planteado por Claude
Bernard como el resultado del intento del cuerpo para recuperar la homeostasis,
en la cual la respuesta adaptativa a una fuerza nociva es inadecuada. Yo
considero que es un concepto médico básico. La palabra
trauma puede incluir cualquier daño al
organismo. Es equivalente a un estrés abrumador sin importar la naturaleza del
agente estresante. Si el cuerpo no logra enfrentar el estrés, la enfermedad
derivará en la muerte del organismo.
El estrés no resulta
necesariamente en enfermedad. En la vida estamos sujetos a mucho estrés que
podemos sobrellevar. El organismo es capaz de manejar el estrés propio de su
situación de vida sin ninguna disrupción en su normal funcionamiento. Cada peso
que uno levanta produce un estrés en el cuerpo, sin embargo, levantamos objetos
pesados todo el tiempo sin ningún problema. No obstante, a veces el peso es
demasiado grande y nos dañamos. En ese caso, el estrés fue mayor del que
podíamos tolerar. Esto me sucedió hace poco.
Quería cambiar las ruedas de mi
auto y entonces apliqué la llave a una de las tuercas. Percibiendo que estaba
trancada, le di a la llave un golpe fuerte hacia arriba. La tuerca se mantuvo y
el auto casi se separó del suelo y sentí en mi espalda un sonido de c-r-a-c-k.
Sabía que me había dañado la espalda, pero no sentí dolor y entonces continúe
con mi trabajo. Aflojé las tuercas pateando la llave con mi pie y entonces fui
capaz de cambiar todas las ruedas. Cuando terminé, mi espalda estaba rígida
pero pude enderezarme y moverme sin dolor. Experimenté cierta rigidez en la zona lumbar durante una semana, pero con
los ejercicios bioenergéticos desaparecieron. Tres semanas más tarde, me sentí
muy ansioso en mi piso pélvico con sensaciones desagradables que eran muy
incómodas. Desaparecieron luego de un día y medio. Luego, varios días después mi
cadera comenzó a dolerme.
Durante los siguientes tres
meses, experimenté dolor en mi cadera derecha que frecuentemente bajaba hacia
la pierna. Me dolía cada vez que movía mi pelvis hacia atrás, como en el sexo.
El dolor parecía estar localizado en lo profundo de mi nalga derecha, extendiéndose
al área sacro lumbar. Tenía problemas al dar vueltas en la cama. En la mañana,
al levantarme, apenas podía pararme sobre mi pierna derecha. En ocasiones
caminaba con un cojeo ligero. El dolor y desesperación eran siempre peores en
la mañana, pero haciendo los ejercicios bioenergéticos se aliviaba el dolor y
podía moverme con bastante libertad. Continué participando de las clases de
ejercicios bioenergéticos, pero tuve que ir despacio. Cuando el dolor se volvía
más fuerte, yo paraba. También recibía mis masajes regularmente pero con menor
frecuencia, ya que era verano. En una ocasión le pedía a mi masajista que me
masajeara mi nalga derecha pero el resultado fue desastroso. Durante los dos
días siguientes el dolor fue bastante severo. Había pensado que el masaje
relajaría los músculos contraídos pero no lo hizo. No obstante, la experiencia
me convenció que los músculos pélvicos profundos se encontraban en un estado de
espasmo y que necesitarían de un tiempo considerable para relajarse. En realidad,
todo mi lado derecho estaba involucrado, ya que había un estado de tensión
notablemente incrementado en mi lado derecho que se extendía desde el área del
riñón hasta el pie.
No acudí a un doctor porque no
creo que ellos comprendan la naturaleza de mi dolor de espalda en su parte
inferior. Debido a que no estaba incapacitado, rechazaba la idea de ponerme en
sus manos. No me gusta delegar la
responsabilidad de mi cuerpo en nadie más. Mientras me pude mover confié en que
mi cuerpo sanaría solo. Es más, no me atemoriza el dolor, ya que reconozco que
forma parte del proceso sanador. Sin embargo, cuando la enfermedad continuó
progresando sin una mejora significativa, consulté a dos quiroprácticos.
Recordando el sonido que escuché en el momento del accidente, pensaba que era
como si me hubiese dislocado una vértebra. El primer quiropráctico me hizo
algunas pruebas que le indicaban que podría haberme herniado el disco entre las
vértebras L4 y L5. Él realizó algunas maniobras suaves mientras yo estaba en la
mesa de quiropraxia, y me pareció sentir más alivio cuando aplicaba calor a la
zona adolorida de las nalgas. Después del tratamiento me sentí mejor pero el
dolor regresó al día siguiente. No seguí el tratamiento con él a pesar de su
sugerencia en ese sentido. Su diagnóstico fue que yo tenía un caso de ciática
debido a la presión en el nervio ciático. Estuve de acuerdo con su diagnóstico.
Y debido a que el dolor de ciática continuaba, visité a otro quiropráctico
recomendado un mes después. Él confirmó el diagnóstico, pero localizó la lesión
del disco entre las vértebras L5 y S1. Sus maniobras consistían en presionar
hacia atrás el lado derecho de la pelvis, lo que producía un ligero sonido de
“clic”. Me sentí un poco mejor luego de su tratamiento. Él también recomendó
tratamiento posterior, el cual no cumplí.
Continué haciendo los ejercicios
y dándome masajes y el dolor ciático disminuyó. En octubre, consulté al Dr. Mc.
Intyre y me dijo que había escuchado de unos ortopedistas, que la presión en el
nervio ciático, lo que causaba el dolor en la pierna, se debía a un espasmo del
músculo glutens medio que comprimía el nervio que pasaba a través del nódulo
ciático. Allí era donde yo siempre sentía la mayor parte del dolor. Dijo que
era recomendable inclinarse hacia adelante enderezando las rodillas para
estirar los músculos del tendón de la corva. Esto era similar al ejercicio
bioenergético que estaba haciendo. Todo el tiempo, yo había sentido que
necesitaba empujar la pelvis hacia atrás para liberar el espasmo y esto era lo
que este ejercicio lograba. Pero era en el acto sexual que sentía que algo se
liberaba cuando llevaba la pelvis hacia atrás. Previamente, esta había sido la
posición de mayor dolor. Desde ese momento hasta ahora he estado completamente
libre de todo dolor en la espalda, glúteos o pierna. De hecho, siento esa
región más libre que antes debido a la atención que tuve que prestarle.
Pensando en el evento que causó
mi ciática, me di cuenta que no fue simplemente un accidente. Yo sabía mejor
que nadie lo que estaba haciendo. Sabía que mis piernas deben estar flexionadas
para recibir la presión cuando se levanta peso o se hace fuerza hacia arriba.
Lo único que pude concluir fue que mi acción estaba designada,
inconscientemente, para hacerme daño a mi mismo. ¿Por qué? Bueno, a pesar de
todo el trabajo que había realizado con mi cuerpo bioenergéticamente, no estaba
en contacto con la tensión de mi espalda en su parte inferior. El daño llevó mi
atención a esa área, como mencioné antes, y me llevó a trabajar más
intensamente con ella. Y también me hizo más consciente de mi tendencia a
forzar las situaciones. Yo soy predominantemente diestro. El dolor en mi pierna
derecha me forzó a poner mi peso sobre mi pierna izquierda, lo que ayudó a
equilibrar mi cuerpo y mi personalidad. No todos los daños resultan en
beneficios tan positivos, pero la mayoría de las personas no están en contacto
con sus cuerpos y sus personalidades. La mayoría de la gente se aterroriza ante
el dolor y evitan toda situación dolorosa. No aprecian que el dolor es una
respuesta positiva del cuerpo al estrés.
Cuando el cuerpo es
sobreenergizado por un agente estresante, su primera reacción es el shock, que
consiste en retirar la energía y sangre de la superficie del cuerpo, la piel,
membranas mucosas y muscultura estriada. El shock puede ser localizado, como en
el caso de un corte pequeño, pero mayormente es una reacción general. Este
retiro de la energía explica porque el cabello se puede volver blanco luego de
un shock. El cabello retoma su color nuevamente una vez que la energía vuelve a
los folículos pilosos. Esta secuencia de shock (retiro de energía) y rebote
(retorno de energía) es característica, a mi entender, del surgimiento de una
enfermedad. Esto se ve claramente en el resfrío común. Mis resfríos a menudo
empiezan con dolor de garganta (inflamación respiratoria superior). Lo trato
acostándome en la cama y eliminándolo a través de la transpiración. Tomo
aspirina, bebo té caliente y me cubro bien. Cuando el dolor de garganta cede,
desarrollo un resfrío que puede durar un par de días. Y debo sonarme la nariz
continuamente hasta que se seca.
Dos factores son los que siempre
operan para producir un resfrío en mí.
El primero es el cansancio. Si tomo frío cuando estoy cansado, me resfrío. Esto
no me sucede cuando estoy descansado. El cansancio indica que mi resistencia es
baja, lo que significa que mi energía está temporalmente descendida. El segundo
factor es el estrés. El estrés puede deberse a un enfriamiento físico
(exposición al frío), enfriamiento emocional o a un esfuerzo extra como dar un
discurso. ¿Cuál es el rol del virus del resfrío?. Creo que el virus está
presente en el cuerpo en todo momento, luego de nuestra primera exposición al
mismo desde bebés o niños. Normalmente no está activo. Nosotros decimos que
nuestras defensas están altas.
Generalmente lleva varios días
luego de la exposición al agente estresante para que se desarrolle un resfrío.
¿Qué esta sucediendo en este tiempo? Algunos podrían decir que es un período de
incubación. Yo creo poder ofrecer una mejor explicación. El “resfrío” comienza
con un enfriamiento y termina con un acaloramiento. El enfriamiento es un
verdadero descenso de la temperatura corporal. El cuerpo puede entonces
responder con fiebre para superar el enfriamiento. Trato de aumentar la
temperatura de mi cuerpo por medios externos. El enfriamiento de mi cuerpo
resulta de un estado de shock, el retiro de sangre y energía de la superficie
del cuerpo, incluyendo las membranas mucosas del tracto respiratorio superior.
Las células de esta capa mucosa se contraen y congelan. En el rebote del cuerpo
del estado de shock, la sangre y energía fluyen nuevamente hacia la capa mucosa
de la garganta “explotando” las células
congeladas. (El ardor de un dolor de garganta severo es como el ardor de un
dedo congelado cuando se calienta demasiado rápido). Se desintegran y son
reemplazadas por nuevas células. Se debe remover el detritus; lo cual crea la
descarga a menudo purulenta. La muerte y desintegración de las células
congeladas está relacionado de alguna manera con la proliferación del virus.
A la luz de lo anterior, un
resfrío tiene dos etapas. Durante los días presintomáticos los tejidos están en
un estado de congelamiento y el cuerpo en un estado de shock. Luego se instala
un descongelamiento, aparecen síntomas y la nariz comienza a segregar moco. Es
similar al descongelamiento en primavera de un arroyo congelado. El
congelamiento y descongelamiento corresponden a shock y rebote. ¿Han notado que
cuando un resfrío ha transcurrido uno se siente renovado? En parte esto se debe
al descanso forzado por el resfrío, pero el rebote energético del shock también
juega su rol. Si uno ignora los síntomas, se corre el riesgo de permanecer en
un estado de cansancio y ser vulnerable a enfermedades más graves.
El resfrío común ofrece mucho al
estudiante de enfermedades psicosomáticas. Por un lado, parece haber una
relación inversa entre resfriarse y deprimirse. Yo solía resfriarme fácilmente
pero rara vez me deprimía. El elemento común a ambas reacciones, el resfrío y
la reacción depresiva, es una disminución del estado de energía (cansancio,
agotamiento). Pero por qué una persona se resfría mientras otra se deprime en
esta condición es una pregunta que contestaré más adelante. El otro aspecto
interesante del resfrío común es que raramente afecta a los esquizofrénicos. De
hecho, cuando uno de estos individuos desarrolla un resfrío, es un signo de
mejora en su estado de salud mental.
La explicación de la aparente
resistencia del esquizofrénico al resfrío común está en que él está en un
estado permanente de shock. He descrito previamente esta condición como “estar
congelado”. Por tanto, no reacciona al frío o congelamiento como otros lo
hacen. Esto fue claramente ilustrado por una joven que había atravesado caminando
las calles cubiertas de nieve de Nueva York hasta mi oficina llevando puestas
zapatillas de lona. Estaban empapadas y sus pies azules del frío. Ella no lo
sentía porque estaba insensible a su cuerpo y en su cuerpo. Estaba congelada.
Terminó en un hospital mental con un diagnóstico de esquizofrenia. Otra persona
en su situación habría terminado en un hospital general con un diagnostico de
neumonía. Cuando una persona esquizofrénica comienza a descongelarse de su
congelamiento general, esto es, se vuelve mas responsivo, desarrolla los
síntomas del resfrío cuando se cansa y se enfría.
B. La Naturaleza del estrés
En la sección anterior hablé del
estrés en términos generales. Si vamos a aplicar nuestra comprensión
bioenergética a la relación del estrés
con la enfermedad, el primer término debería ser definido energéticamente. Pero
primero, veamos su uso común que deriva de la mecánica. En física, estrés denota la operación de una fuerza que somete a un cuerpo
o un objeto a presión o deformación. Harold G. Wolfe, cuyo libro Stress
and Disease fue publicado en 1953, define el
estrés como “la interacción entre
el medio externo y el organismo”. La presión es el efecto sobre el organismo.
Entonces dice, “la magnitud del último y la capacidad del organismo para
soportar la presión determinan si habrá reestablecimiento o no de la
homeostasis o una “ruptura” con fractura y muerte” (1).
Para Wolfe, la naturaleza de la
reacción del organismo al estrés fue determinada por su experiencia pasada.
Así, una persona puede reaccionar a un estrés abrumador con artritis mientras
que otro puede desarrollar colitis ulcerosa. Una visión ligeramente diferente
fue expresada por Hans Sellye, que también estaba estudiando la reacción del
organismo al estrés. El creía que la reacción del organismo al estrés era no
específica; esto es, el organismo reaccionaba de la misma manera a todos los
agentes estresantes sin importar su naturaleza. Esta reacción consistía de una
hiperactividad de la corteza adrenal, un encogimiento del timo y nódulos
linfáticos y el desarrollo de úlceras gástricas. El denominó esta respuesta
reacción de alarma. De acuerdo a esto, define el estrés como un estado corporal
“manifestado por un síndrome específico que consta de todos los cambios no
específicos inducidos en un sistema biológico” (2). No veo un desacuerdo básico
entre estos dos puntos de vista. Creo que hay tanto una respuesta no específica
como una específica al estrés. Se pueden enfocar cualquiera de los dos
aspectos.
El punto de vista de Sellye sobre
el estrés descrito anteriormente lo ilustra como un fenómeno negativo. Pero
desde el momento en que la vida no puede existir sin estrés, dicho punto de
vista es demasiado estrecho. En 1974 en un libro titulado Stress
without Distress (3), Sellye modificó su
posición. Distinguió entre estrés y angustia identificando la segunda con la
patología. Planteaba que el estrés sin
angustia no era dañino al organismo y podía incluso ser usado
constructivamente. La mayoría de nosotros estaría de acuerdo con la distinción
entre estrés y angustia. Aceptamos muchas situaciones estresantes como
portadoras de un desafío y excitantes. Enfrentar el desafío a menudo produce
una satisfacción profunda. Por ejemplo, mucha gente encuentra que remar en un
bote en condiciones climáticas desfavorables, aunque estresante, resulta ser
una experiencia excitante que promueve bienestar. Otras personas, sin embargo,
podrían estar atemorizadas por esta situación y resultar exhaustas por la
experiencia. Obviamente, si uno puede manejar la situación estresante con
cierta facilidad, el resultado es positivo. Si esto no es así, la situación se
vuelve traumática y la angustia conduce a la enfermedad (dis-ease). Sustentando
esta distinción, Sellye modificó su primera definición de estrés y lo redefinió
como “la respuesta no específica del cuerpo a cualquier demanda impuesta sobre
él” (4).
Esta respuesta no específica no
puede ser otra que la liberación de energía por el organismo en respuesta a
demandas hechas sobre él. Las fuerzas naturales en el medio ambiente tales como
la gravedad y el clima están constantemente demandando un gasto de energía por
el organismo. Aun el simple mantenimiento de las funciones vitales requiere el
gasto de energía. Toma energía mantener el corazón latiendo, los músculos
contraídos, los riñones excretando, etc. Como Albert Szent-Gyorgi afirmó, toma
energía mantener en funcionamiento la máquina de la vida. En este sentido
estamos bajo estrés todo el tiempo. Pero el cuerpo viviente puede enfrentar
estas presiones y otras porque esta produciendo energía todo el tiempo a través
de sus procesos metabólicos. En realidad los organismos, hasta que envejecen,
producen un exceso de energía para el crecimiento, para necesidades
reproductivas y para crear reservas. Mientras el cuerpo tenga energía
suficiente para cumplir con las demandas que se le imponen, permanece libre de
angustia. Una situación se vuelve angustiante cuando requiere más energía de la
que el cuerpo tiene disponible. Por el mismo motivo, cualquier fuerza externa
que interfiere con la habilidad del cuerpo para producir energía podría sumirlo
en la angustia. Por tanto, cualquier interferencia seria con la respiración
crea una inmediata sensación de angustia.
La gran contribución de Sellye a
nuestra comprensión del estrés es la formulación del síndrome
de adaptación general que abrevió como el
G.A.S. En una serie de experimentos mostró que cuando un organismo es expuesto a un estrés agobiante, responde
como se estableció anteriormente, con una hiperactividad de la corteza adrenal,
encogimiento del timo y nódulos linfáticos y desarrollo de úlceras gástricas.
Esta respuesta inicial la llamó reacción de alarma. Si el estrés continúa, el
organismo desarrolla una resistencia al estrés. La reacción de alarma desaparece.
El organismo ha hecho una adaptación aparentemente adecuada a la situación de
estrés. Sellye llamó a esta segunda reacción etapa de resistencia. Sin embargo,
si la situación permanece incambiada, la
resistencia del organismo eventualmente colapsa. Agota la reserva de lo
que Sellye llamó su “energía de adaptación” y muere. Esta tercera etapa
del G.A.S. fue llamada la etapa de
agotamiento. Sellye mostró que cada condición de estrés (estrés abrumador) sin
importar la naturaleza del agente estresante, producía la misma secuencia de
eventos. Por ejemplo, cuando un animal de laboratorio es expuesto a frío
excesivo, responde con una reacción de alarma. La exposición continua resulta
en una adaptación, el animal parece tolerar el frío sin efectos de enfermedad.
Sin embargo esta tolerancia es limitada. Con el tiempo la resistencia disminuye
y el animal sucumbe.
El G.A.S. describe un proceso
energético. Sin embargo, para reformular este concepto en términos energéticos
se requiere alguna aclaración en la secuencia temprana de eventos que rodean al
estrés abrumador o trauma. Dicho estrés o trauma constituye una amenaza a la
integridad del organismo, a lo cual reacciona con el shock. Ahora, el shock es
causado por el retiro de la energía y sangre de la periferia del cuerpo o del
área amenazada o atacada. Sin el concepto de shock es difícil comprender la
aparente reacción exagerada a estímulos bastante inocuos como alergenos o la
discusión de problemas emocionales. El shock puede ser fatal si el trauma es lo
suficientemente severo. Si no, el cuerpo se recupera del shock y trata de
cambiar o controlar la situación angustiante. La respuesta fisiológica al shock
es la reacción de alarma. El cuerpo moviliza su energía para enfrentar la
amenaza, la energía y la sangre fluyen nuevamente a las áreas shockeadas o
traumatizadas causando la inflamación y dolor. El desarrollo de fiebre también
es una expresión de movilización de energía.
Si la situación de estrés no
puede ser controlada o retirada, el organismo se adapta a él por el uso
continuo de la energía de reserva. La adaptación elimina la experiencia de la
angustia pero el cuerpo permanece bajo considerable estrés, y si bien no está
en un estado de enfermedad (disease) tampoco esta en estado de bienestar
(ease). Y ya que las reservas de energía se están usando para mantener la
adaptación, un shock adicional podría conducir a la enfermedad. En cualquier
caso, la resistencia de cada uno es limitada. Cuando las reservas de energía
son gastadas, la etapa de agotamiento se inicia lo cual, a menudo, termina en
una enfermedad terminal.
En mi estudio previo, Bioenergetics,
afirmé que la principal función de las
glándulas adrenales es la movilización de la reserva de energía corporal para
enfrentar el estrés o angustia. La adrenalina de la médula de la glándula tiene
un efecto de acción rápida. Las hormonas corticoides de la corteza tienen una
acción más lenta pero más sostenida.
En este estudio, me interesa
primariamente el estrés emocional y cómo dicho estrés conduce a la angustia y
la enfermedad. La pregunta que surge naturalmente es: ¿De que manera el estrés
emocional difiere del estrés físico? Un estrés emocional actúa como uno físico
en su efecto sobre el cuerpo que implica una demanda que requiere la
utilización de energía. Una diferencia que puedo ver es que la cantidad de
estrés emocional en una situación dada no puede ser cuantificada. Sin embargo
se han hecho estudios sobre la relación entre los cambios de vida y enfermedad
que sugieren que ciertos eventos son agentes estresantes más poderosos que
otros y más probablemente causan enfermedad. Me refiero a estudios de Thomas H.
Holmes publicados en Psychosomatics.(5) Sobre la base de estos estudios, se construyó una
tabla de cambios de vida de acuerdo a la magnitud del cambio. La tabla contiene
43 cambios de vida que van desde la muerte del cónyuge a 100 unidades, ser
despedido del trabajo (42), hasta Navidad a 12 unidades y multas de tráfico a
11. El autor dice que se identificó que “Una variedad de enfermedades
coincidían con cambios de vida de gran magnitud”. Y, “Si una persona ha tenido
más de 300 unidades de cambio de vida en el ultimo año y se enferma en el
futuro próximo, la probabilidad es que se enferme de diabetes, esquizofrenia,
ataque al corazón o cáncer en vez de dolor de cabeza, mononucleosis, una
reacción de ansiedad o asma”.(6) Los cambios de vida pueden ser muy
estresantes, no sólo debido a las emociones que evocan sino en gran medida
porque ellos demandan una importante liberación de energía para enfrentar la
nueva situación.
Holmes encontró que el estrés de
las situaciones de vida estaba íntimamente conectado con la enfermedad. Por
ejemplo, cuando un sujeto con fiebre del heno fue introducido en una habitación
con un alto nivel de polen, desarrolló una leve fiebre del heno, 20 minutos más
tarde se le pidió que hablara sobre una situación relacionada con su hogar que
era fuertemente conflictiva. Su fiebre del heno se exacerbó con síntomas
marcados. En otro caso otro sujeto desarrolló dolor de espalda durante una
discusión sobre situaciones sentimentales. Holmes dice “Al comenzar la
entrevista vimos la génesis de tensión muscular como se registró en el miograma
y, luego de un corto período, la queja del dolor de espalda. Cuando cambiamos a
temas neutrales, la tensión muscular descendió y el dolor desapareció”. (7)
Estudios tan válidos como estos
para mostrar la conexión entre el estrés emocional y la enfermedad dejan sin
contestar algunas preguntas muy importantes. La magnitud de los cambios de vida
no es el único factor para producir la enfermedad. Aún entre personas en el
nivel superior de magnitud de cambios de vida, sólo el 80% tuvo una enfermedad.
Por el otro lado el 30% de las personas con puntajes bajos de cambios de vida
se enfermaron. La primera pregunta es: ¿Por qué algunas personas se enferman
mientras otras no lo hacen en situaciones similares? La respuesta obvia es que
algunas personas tienen una capacidad mayor para enfrentar las situaciones de
vida que producirían un estado de angustia en otras personas. Hablando en
términos generales, la diferencia tiene que estar en la cantidad de energía
disponible. La segunda pregunta tiene que ver con el tipo de enfermedad que las
personas desarrollan como consecuencia del estrés emocional. El paciente con
dolor de espalda no desarrolla fiebre del heno. Como Holmes señala, “La actitud
del paciente con dolor de espalda hacia su situación fue bastante diferente del
paciente lagrimoso; quería escapar… pero no podía entrar en acción; estaba
inmóvil con los músculos esqueléticos movilizados para moverse”(8). Creo que
una incapacidad para llorar o lagrimear predispone a la persona a problemas
sinusíticos y a la fiebre del heno y que es la actitud del paciente o lo que
llamamos su estructura del carácter lo que lo predispone a ciertas enfermedades.
Para entender cómo la estructura del carácter
se agrega al estrés de la vida necesitamos ver al estrés como “una fuerza
constrictiva o impelente” La palabra está relacionada con el Latín, strictus, que significa constricción. Estamos familiarizados con
la constricción en la bioenergética. Cada tensión muscular crónica representa
una constricción del organismo. Estas constricciones deforman el cuerpo y por
lo tanto, constituyen un estrés para el organismo. Su desarrollo es una función
de la formación del superego y son el correlato somático de mandatos y órdenes
parentales introyectados. Por lo tanto, la advertencia “No le levantes la mano
a tu padre”, puede estructurarse en el cuerpo como tensiones musculares
crónicas en el hombro que efectivamente impiden a la persona levantar su brazo
por completo. Las órdenes del superego son parte de la crianza de todo niño.
Están todos los “haz esto”, “no hagas aquello”, que han sido impresos en el
niño a tal grado que se vuelven parte de su carácter: “No llores”, “No grites”,
“No juegues contigo”, “Siéntate quieto”, “Endereza los hombros”, “Mantén el
vientre hacia dentro”, son mandatos comunes en un niño que demandan un gasto de
energía y constituyen entonces un estrés. La energía se utiliza en la acción muscular
necesaria para bloquear un impulso (fuerza represora) o asumir una postura
(fuerza apremiante).
Se debe reconocer, sin embargo,
que la estructura del carácter neurótico no se desarrolla a partir de las
demandas parentales a menos que estas demandas estén acompañadas por la amenaza
de castigo explícita o implícitamente expresada. Y en la mayoría de los casos
se ejerce suficiente castigo tanto físicamente o mediante el retiro de amor y
contacto para hacer la amenaza una realidad para el niño. Pero subyacente al
castigo o su amenaza está la hostilidad parental que el niño experimenta como
una amenaza a su supervivencia si no accede a las demandas parentales.
Generalmente el padre no es consciente de su hostilidad porque racionaliza su
conducta. Pero la experiencia del niño de esta hostilidad es el elemento
estresante en la situación. La hostilidad puede ser expresada en una mirada,
una actitud fría o castigo físico. El niño se atemoriza, incluso se aterroriza.
La experiencia de temor, en relación a sus padres, es un shock para el
organismo del chico. El terror es realmente un estado de shock. Me permito
agregar que la amenaza implícita de castración asociada a la situación de Edipo
es otro shock para el organismo.
El fenómeno del shock denota la
operación de un estrés abrumador, un trauma, que pone el cuerpo en un estado de
angustia. La respuesta del cuerpo es la reacción de alarma del G.A.S. Pero la
situación estresante no cambia y entonces el niño es forzado a hacer una
adaptación en la forma del superyo. Su formación denota que el niño está ahora
en la etapa de resistencia y que no experimenta más angustia. Esto no significa
que el estrés haya sido eliminado. El niño enfrenta la situación usando su
voluntad que es un mecanismo de emergencia que moviliza las reservas de energía
del cuerpo. El estrés ahora existe en las tensiones musculares que deforman el
cuerpo.
Las tensiones musculares crónicas
sirven para reprimir impulsos prohibidos y peligrosos de la conciencia y la
expresión. Están, en efecto, encerrados de manera que uno no necesita gastar
energía consciente para protegerse de ellos. Es como aprisionar a un criminal
peligroso que puede ser encerrado con menos energía una vez que está tras las
barras. Pero ninguna prisión es completamente a prueba de fugas. Y tampoco lo
es el superyo, sin importar con que fuerza pueda resguardar a la persona del
posible peligro de que el impulso reprimido pueda liberarse. Este impulso es
una expresión de la fuerza de vida de la persona, y está, por lo tanto, constantemente
buscando liberarse. Cualquier ruptura de la estructura defensiva debido tanto a
estrés adicional u otras fuerzas puede aumentar la posibilidad de dicha
liberación. Esta posibilidad puede ser lo suficientemente grande como para
evocar el miedo original y llevar al cuerpo a un estado de angustia. Es esta
posibilidad lo que hace que la discusión de conflictos emocionales sea tan
estresante para muchas personas. Los shocks de este tipo si son repetidos o lo
suficientemente intensos, pueden entorpecer la adaptación de una persona,
invadir su resistencia, y dejarlo expuesto al colapso y la enfermedad.
El efecto inmediato de reprimir
los impulsos es restringir la vida del individuo. La tensión muscular crónica
es como una camisa de fuerza que limita la respiración de una persona y reduce
su energía. Al mismo tiempo está bajo una presión cultural para obtener un
objetivo que podría hacerle ganar el amor que necesita. Por tanto la persona no
sólo está restringida en su producción de energía pero también está sujeto a
demandas adicionales que requieren un gasto de energía. Para la mayoría de las
personas en esta situación el estrés es muy grande. Explica las casi
universales quejas de fatiga y cansancio. La mayoría de la gente se las arregla
para continuar pero mediante un esfuerzo de voluntad. Inevitablemente, como lo
demostró Sellye, la etapa de resistencia pasa a la de agotamiento. La persona
se queda sin energía para seguir andando. Se enferma. La enfermedad puede ser
suave o severa. Puede ser un resfrío común o cualquier otra de las enfermedades
psicosomáticas típicas como la artritis, trastornos gastrointestinales, presión
arterial alta, accidentes cardiovasculares, cáncer, lupus eritematoso, migraña,
etc. Pero la persona puede también desarrollar una severa depresión o entrar en
una ruptura psicótica si es más predispuesto a la enfermedad mental. La
enfermedad generalmente saca a la persona de la situación estresante original y
por lo tanto puede permitir a la persona recuperar y recobrar su energía. Se
introduce, por supuesto, un nuevo estrés en la forma del proceso de la
enfermedad. En la próxima sección, discutiré algunos aspectos de la relación de
estas enfermedades con la estructura del carácter y el estrés.
C. Las Enfermedades Psicosomáticas.
En esta sección presentaré mis
ideas sobre ciertas enfermedades que, según creo, son ampliamente determinadas
por el estrés. Estas son las enfermedades psicosomáticas así llamadas porque no
hay un agente etiológico específico únicamente responsable de la enfermedad. En
la génesis de estas enfermedades los factores emocionales juegan un papel
preponderante. Pero en el sentido amplio todas las enfermedades son
psicosomáticas porque las actitudes y sentimientos de una persona influyen
tanto en el surgimiento como el curso de la enfermedad. Por ejemplo, aun en una
enfermedad como la tuberculosis donde el
agente etiológico es conocido, Holmes encontró que “en los dos años previos al
nacimiento de la tuberculosis, un número significativo de cambios de vida fue
experimentado por aquellos que tenían la enfermedad”(9).
Los factores emocionales y de
personalidad presentes en la enfermedad han sido estudiados extensivamente. Psychosomatic
Medicine, de Weiss y English ha sido un
clásico durante muchos años. Es de destacar que Spurgeon English fue analizado
por Wilhelm Reich. Otro importante libro sobre este tema es Mind
and Body por Flanders Dunbar, directora de
edición de Journal of
Psychosomatic Medicine. Estaba casada
con Theodore P. Wolfe, quien trajo a
Reich a Estados Unidos y tradujo
varios de sus libros al ingles. La riqueza del material publicado sobre los
factores psicosomáticos en la enfermedad es enorme. No es mi intención revisar
esta literatura. Me gustaría ofrecer nuevos enfoques sobre estas enfermedades
basándome en una comprensión del proceso de energía involucrado en la condición
de estrés subyacente. Creo que es de conocimiento público que Reich fue mi
profesor y analista.
Cuando estaba en la facultad de
Medicina en los años 1947-1951, me interesé en la tuberculosis porque pensé que
podía percibir el elemento emocional de la enfermedad. Mi interés también
derivaba de mi asociación con Wilhelm Reich y de mi experiencia como terapeuta
Reichiano durante dos años previos a ir a la facultad de medicina. La
tuberculosis o consumición, como era conocida entonces, era una enfermedad bastante
conocida del siglo diecinueve. Estuvo presente en las producciones literarias
de ese período. Magic Mountain de
Thomas Mann es la más conocida pero no la única historia de vida en un
sanatorio para enfermos mentales. Más relevante a los efectos de nuestra
investigación es la figura de la heroína tuberculosa de la historia La
Dame Aux Camillias, sobre la cual se basa la
ópera La Traviata. Desde
mi punto de vista, el anhelo romántico de la heroína se asocia con la
consumición de la tuberculosis. Veo a la persona consumiéndose por un anhelo
que no puede ser satisfecho. El mismo elemento de anhelo romántico se encuentra
en la música de Chopin quien también sufrió de tuberculosis.
¿Por qué el anhelo romántico
estaría asociado con la tuberculosis pulmonar? El anhelo o deseo de proximidad
es experimentado como un flujo de excitación a lo largo de la parte frontal del
cuerpo que carga la boca, labios y brazos. Es el sentimiento que haría a un
niño o bebé buscar el contacto de su madre para obtener su cuidado. El
cumplimiento de ese deseo en un niño conduce a un estado de dicha, pero si las
necesidades orales del niño no son satisfechas, el ansia persiste en la adultez
como un dolor en el pecho y garganta. En el siglo diecinueve cuando la
alimentación a pecho era común, los niños conocían esta dicha. Pero cuando eran
destetados demasiado temprano, la búsqueda de la satisfacción oral, que
equivale a la dicha, se transforma en la búsqueda de un amor romántico que
posiblemente no puede satisfacer la necesidad oral. Para un adulto, la
satisfacción sólo es posible en el nivel realista de la sexualidad como
orgasmo, no en el nivel romántico del amor como dicha. En el individuo
romántico del siglo diecinueve, que era también sexualmente inhibido, el ansia
oral no satisfecha se mantenía en el pecho creando una tensión e imponiendo
estrés sobre los pulmones. Este estrés predisponía a la persona a la
tuberculosis.
El estrés emocional por el ansia
oral no satisfecha no es el único factor causante en esta enfermedad. La
persona tiene que estar expuesta al germen. Sin embargo, hace tiempo que se ha
reconocido, que no toda persona expuesta al germen desarrolla la enfermedad.
Debemos buscar, entonces, otros factores. Condiciones de vida pobres,
hacinamiento, nutrición inadecuada falta de aire fresco y ejercicio, y fatiga
operan para reducir la energía de una persona y hacerla incapaz de enfrentar
una infección. Sin embargo, la actitud caracterológica de la persona es el
factor que ampliamente determina qué enfermedad va a desarrollar si el estrés
de vida se vuelve insoportable.
Si la tuberculosis puede ser
considerada la enfermedad representativa del siglo XIX, en parte porque estaba relacionada con el
romanticismo de esa época, ¿qué enfermedad es asociada con la actitud de los
individuos del siglo XX?. Cuando planteé esta pregunta a mis amigos luego de
haber descrito la relación de la tuberculosis al romanticismo del siglo pasado,
inmediatamente contestaron cáncer. Yo había pensado lo mismo. Esto significa
que hay una actitud emocional que tiene la misma relación con el cáncer que el
ansia romántica con la tuberculosis. Seria también la típica actitud se la
segunda mitad de este siglo. Esta actitud es la desesperación. La idea de que
la enfermedad y la cultura están relacionadas es expresada por Henry E.
Sigerist. Dice, “En cada época ciertas enfermedades están en primer plano y son
características de esa época y encajan en toda su estructura” (10).
Les diré que Wilhelm Reich tenía
la misma idea. Él propuso que el terreno en el cual el cáncer se desarrollaba
es la resignación emocional. Describió el proceso del cáncer como un
encogimiento de la energía vital en el cuerpo y a las células cancerígenas como
producto de la desintegración del tejido normal. Cualquiera interesado en una
comprensión más profunda del proceso del cáncer que la que ofrece la medicina
tradicional debería leer el libro de Reich, The carcinomatous
Shrinking Biopathy. Sin embargo, la
desesperación no es lo mismo que la resignación emocional ya que la desesperación
no existe sin esperanza. Cuando la esperanza de pierde o se abandona, la
desesperación de vuelve resignación lo cual es rendirse a la muerte. En el
paciente con cáncer estas actitudes no son conscientes. Es característico del
paciente con cáncer negar su desesperación y, luego, la resignación emocional
en la cual termina.
La negación de la desesperación
crea una situación de estrés para el organismo que lentamente reduce sus
reservas de energía. Esto es claro cuando nos damos cuenta que la negación
consiste en un programa de actividad aparentemente significativa envuelta en
una fachada de optimismo. El falso optimismo es una defensa contra la
desesperación subyacente e impide su descarga en el llanto. Esta actividad, a
su vez, no conduce a ningún lado ya que está inconscientemente diseñada para
negar la desesperación. Insume considerable energía y será considerablemente
fuerte como para mantener el cuerpo erguido y en movimiento frente a un intenso
deseo de abandonar y dejarse ir. Cuando el agotamiento finalmente se instala,
el organismo se resigna a si mismo a la muerte y lentamente rinde su vida. Este
es el proceso inconsciente. En el nivel consciente se hace todo el esfuerzo
para mantener la fachada de optimismo y continuar. Puede parecer una
contradicción decir que si uno se entrega a la desesperación, encuentra la vida
y la alegría, pero es verdad como lo explico en mi nuevo libro, The
fear of Life. La desesperación deriva de
experiencias de la niñez y representa la dificultad para ganarse el amor de los
padres. Como adultos, estamos igualmente esperando ganarnos el amor pero
nuestra necesidad es más de amar que de ser amados. También necesitamos amarnos
a nosotros mismos. En ese nivel, no estamos incapacitados y no hay una causa
real para la desesperación.
Cierta explicación es necesaria
para la afirmación de que la desesperación es la actitud típica de la segunda
mitad del siglo XX. Yo relaciono la desesperación con la falta de amor en la
vida, no amar en el sentido espiritual, sino amar en el sentido corporal de
alegría y buen humor. ¿Cuánta alegría hay en nuestro mundo? Estamos tan
obsesionados por el poder, la productividad y el rendimiento, que los simples
placeres de la vida se nos escapan. Somos conducidos a usar un eslogan popular de
publicidad. O, en otras palabras, somos esclavos de un sistema económico que
promete la realización pero nos entrega frustración. Cuanto más progresamos en
la escalera económica menos libertad tenemos y sin libertad, no hay alegría.
Podemos estar realizados como
seres humanos sólo cuando nuestras vidas están arraigadas en nuestro cuerpo,
nuestra naturaleza animal y la tierra. Desafortunadamente, nuestra cultura
tecnológica nos desconecta cada vez más de estas conexiones fundamentales. Me
desespera el poder establecer mis conexiones plenamente, ganar mi libertad o
encontrar alegría. Pero mi desesperación es consciente y expresada. Y como no
creo en el sistema, no estoy esclavizado por él. Puedo experimentar cierta
alegría en mi vida.
Dada la actitud caracterológica
en mi personalidad, estoy más vulnerable a un ataque cardíaco que al cáncer. El
infarto de miocardio podría también ser considerado como una enfermedad común
del hombre moderno del siglo XX. Creo que mi vulnerabilidad a esta enfermedad
se deriva de la rigidez de mi pecho, la cual crea estrés al corazón. He
conocido varios hombres que sufrieron ataques cardíacos y cada uno de ellos
estaba marcado por un tórax apretado, rígido mantenido en una posición inflada.
Para comprender por qué la rigidez de la caja torácica constituye una situación
de estrés para el corazón, tenemos que comprender la actitud emocional
expresada por la rigidez. Como toda coraza muscular, es una defensa para no ser
herido. La rigidez del pecho funciona
como una armadura que protege el corazón. Por supuesto, la herida temida no es
física sino emocional. En efecto la persona está diciendo, “No permitiré que
nadie me toque el corazón”. Esta maniobra tiene sentido para la persona porque
ha sufrido una profunda herida. Su corazón fue “roto” por falta de amor y
comprensión parental. Entonces protege su pobre corazón “roto” encerrándolo en
una jaula rígida.
Pero el corazón ansia ser
liberado y abierto, ya que sin libertad no hay alegría y sin alegría no hay
amor. Sin embargo, la persona no se anima a suavizar su pecho y abrir su
corazón; su temor a ser herido es demasiado grande. Por lo tanto está atrapado por
la misma defensa que erigió para protegerse a si mismo. Su corazón está
literalmente atrapado en su jaula. El estrés, en esta situación, es creado por
el deseo de soltarse y ser libre y el temor de soltarse o por el deseo de amar
y el temor de ser herido. Atrapado en este conflicto, la persona esta
profundamente frustrada y tiene un gran resentimiento. Pero estos sentimientos
no son expresados debido a una poderosa sensación de culpa que deriva del temor
al amor. Esta dinámica interna conduce al individuo a situaciones en las que se
siente atrapado: puede ser un trabajo o un matrimonio insatisfecho. Incapaz de
ser libre, es vulnerable a un ataque cardíaco.
En mi opinión el ataque cardíaco
sigue a una reacción de pánico en el individuo. El pánico no es experimentado
como tal antes del ataque cardíaco; si no que más bien el infarto de miocardio
es experimentado como pánico. Uno podría pensar, por lo tanto que el ataque al
corazón es la causa del sentimiento de pánico, pero esta opinión no considera
el hecho de que el pánico es la actitud emocional de las personas que
desarrollan ataques cardíacos. Este pánico es expresado en el pecho rígido,
sobre inflado, y en el sentimiento de estar atrapado. Aunque decimos “Me siento
atrapado”, es más acertado decir: “Siento pánico porque siento que estoy
atrapado”. Sin embargo, la rigidez del pecho (pared pectoral) que constituye la
trampa y crea el estado de pánico es al mismo tiempo una defensa contra la
percepción del pánico. La armadura niega
la vulnerabilidad de la persona y el pánico a la vez expresa a ambos.
La mayoría de las personas que se
enferman no son conscientes de las fuerzas en sus personalidades que las
predisponen a la enfermedad. Esta falta de conciencia permite al estrés crecer
hasta el punto de quiebre (advenimiento de la enfermedad). La víctima potencial
al ataque cardíaco no percibe que está atrapada ni el pánico asociado a ello. A
menudo podrá tomar medidas especiales para reprimir ese conocimiento. El medio
más común es el abuso de alcohol. Esto fue ilustrado en el caso de un hombre
que, al regresar a la casa en la noche luego de un trabajo de mucha presión en
la cuidad, tomaba varias copas antes de cenar, luego de lo cual miraba
televisión hasta dormirse; un patrón que repetía casi todos los días de labor.
Era la conducta de un hombre atrapado que no podía enfrentar su situación de
vida. Una mañana camino a la oficina cayó muerto de un ataque cardíaco.
Si podemos reconocer en algunos
individuos una causa que los predispone a los ataques cardíacos, sólo nos queda
reconocer la causa que los precipita. ¿Qué es lo que dispara el cierre
coronario que causa el ataque al corazón? ¿Por qué ocurre en un momento y no en
otro? ¿Por qué este día y no otro? Podemos responder que antes del ataque la
persona está en la etapa de resistencia o adaptación. Está enfrentando, o asi
parece, al estrés. Cuando un organismo está en la etapa de adaptación o
resistencia, significa que el estrés ha sido abrumador y que se ha logrado
luchar contra él movilizando la energía de reserva y la voluntad. La naturaleza
del estrés que conduce al CHD (coronary heart disease- enfermedad coronaria
cardiaca) fue intensamente estudiada por Rosenman y Friedman. Este estrés, de
acuerdo a estos autores, reside
en una situación en la cual un desafío a lograr o alcanzar es aceptado por un
individuo que “exhibe una personalidad con exagerados rasgos de agresividad, ambición, espíritu competitivo,
que está orientado al trabajo, con preocupación por los plazos, y exhibe
impaciencia y una fuerte preocupación por la urgencia en el tiempo”. Las
personas que muestran estos rasgos son llamadas individuos Tipo A. Ellos
frecuentemente tienen alta presión arterial y niveles de colesterol altos. La
presión arterial alta refleja un apremio de alta intensidad que es mantenido
por un endurecimiento de las arterias. Las arterias, incluso las arterias
coronarias, de estos individuos se vuelven más y más arteriosclerósicas. Este
endurecimiento de las arterias que es asociado con un angostamiento de su lumen
es el producto del estrés bajo el que se encuentran estas personas. La etapa de
adaptación es limitada a un periodo de tiempo, como sabemos, por la energía de
reserva disponible, y cuando ésta se agota puede ocurrir un colapso. Este es un
factor cuantitativo que opera en toda enfermedad.
El diagnóstico de individuos de
Tipo A se puede hacer más fácilmente por las características físicas de la
persona, de acuerdo a Rosenman y Friedman. Algunas de estas son: un estado
general de tensión corporal (falta de relajación corporal, respiración pectoral
superior, musculatura facial rígida, patrones de habla explosivos y apurados,
movimientos corporales bruscos e impacientes, etc.). Estos signos corporales expresan
un grado de dolor así como de apremio. La sensación de urgencia también refleja
un pánico subyacente. De hecho, el apremio del individuo Tipo A es motivado por
un pánico inconsciente. Se encuentra apremiado a estallar o liberarse porque en
algún nivel se siente atrapado. No hay alegría en la vida de la persona
competitiva y, por ende, no hay libertad. Por la misma razón no tiene ni el
tiempo ni la energía para el amor. Para mi sorpresa encontré la siguiente frase
en una galleta de la fortuna: “El amor es un suavizante de las arterias
coronarias”.
Además del efecto que predispone
el estrés continuo, la CHD es a menudo precipitada por un nuevo shock emocional
que agrega un peso adicional de estrés a un organismo ya agobiado. En el caso
del ataque cardíaco, el nuevo shock podría ser la falla en un intento por
liberarse de la trampa. Extrañamente, es justo el intento de liberarse que
evoca el pánico como una fuerza activa. He visto suceder esto a menudo en
terapia, donde la persona es preparada para dicho descubrimiento. La ruptura de
la posición defensiva permite emerger a los sentimientos reprimidos. Si la
defensa se basa en una pared pectoral rígida, el movilizar el pecho a través de
la respiración profunda puede evocar el pánico subyacente. Esto me sucedió en
mi primera sesión terapéutica con Reich que describí en “Bioenergetics”. El
intento de ruptura puede tomar la forma de un nuevo movimiento, un brote de
sentimiento o un pensamiento excitante. Si la persona no puede manejar la
ansiedad resultante o pánico, cerrará la abertura. Algo así sucede durante el
ataque cardíaco que supone el cierre de una arteria en el corazón que puede
causar un cierre del propio corazón.
En la mayoría de los casos de CHD
el cierre de una arteria coronaria es debido al espasmo que a menudo es sobre
impuesto sobre las arterias arterioscleróticas o endurecidas. Recientemente los
doctores devinieron conscientes del rol tan importante que juega este espasmo
en el ataque cardíaco. El espasmo arterial es una función del sistema nervioso
adrenérgico o simpático que es activado por el frío, el estrés o una fuerte
emoción. Reich identifico el sistema nervioso simpático con la ansiedad
mientras que su opuesto, el sistema nervioso parasimpático es identificado con
el placer. El último dilata las arterias. El cuadro es bastante claro. El
espasmo coronario resulta de un ataque de ansiedad en el corazón. La ansiedad o
dolor surge de una sensación profundamente arraigada de sentirse atrapado.
Finalmente, debemos reconocer que el espasmo es la respuesta del músculo al
shock. Las ideas expuestas surgieron de mi observación de varios hombres a
quienes conocí bien que tuvieron ataques cardíacos. Dos de los casos fueron
instructivos. Estos eran hombres cuyos primeros matrimonios terminaron en
divorcio y que se casaron poco después. La nueva relación se desarrollo, sin
embargo luego del divorcio. El primer matrimonio había sido insatisfactorio y
se habían distanciado. Pero el segundo terminó siendo igualmente
insatisfactorio y ambos hombres se sintieron atrapados. Uno de ellos hizo un
esfuerzo para cambiar su vida, para obtener mayor placer y realización pero
justo cuando este esfuerzo había comenzado a dar sus frutos, tuvo un ataque
cardíaco y lo abandono. Ninguno de estos hombres estaba preparado para
enfrentar el hecho de estar atrapados o para manejarse abierta y directamente
con sus sentimientos.
La mejor protección contra los
ataques cardiacos es el amor. El corazón que ama es libre y alegre. Pero para
que el amor sea totalmente efectivo como prevención, tiene que ser
experimentado físicamente. La expresión física más intensa del amor es el
orgasmo sexual. En el orgasmo pleno el corazón es liberado de su jaula ya que
las fronteras del yo son eliminadas. El éxtasis del orgasmo esta ligado a este
gran sentido de la libertad. Luego de un buen orgasmo uno siente su corazón
liviano y alegre. Toda la tensión que lo rodeaba parece haber desaparecido, uno
se siente rejuvenecido, el corazón es joven otra vez. Dicho orgasmo sólo es
posible si uno es libre de amar plenamente.
..........
La artritis es otra enfermedad
que sólo puede ser entendida como reacción al estrés. Esta afirmación se basa
en los hechos de que ningún germen ha sido involucrado como agente etiológico y
que la cortisona, una medicación antiestrés, es efectiva en el tratamiento de
los síntomas. La cortisona actúa reprimiendo el proceso inflamatorio en las
articulaciones lo cual Sellye ve como una mala adaptación, una reacción
exagerada del cuerpo a “daños comparativamente inocuos” (11).
La reacción exagerada del cuerpo
a “daños comparativamente inocuos” es vista en las alergias. Cualquiera que
haya sufrido de fiebre de heno sabe cuán violentamente el cuerpo puede
reaccionar a un irritante menor como el polen. Pero el polen es sólo la causa precipitante
cuya acción es similar al fósforo que enciende la mecha. La sustancia explosiva
es la causa que lo predispone. En el caso de la fiebre del heno, ésta es la
hipersensibilidad de los tejidos, que se debe al estrés continuo bajo el que se
encuentran. Este estrés es causado por la supresión del llanto que ocurrió
debido a un shock. El tono enojado de un padre ordenando a su hijo a parar de
llorar puede resultar un shock para el organismo. Este shock conducirá a un
conflicto entre la necesidad de llorar y el miedo de llorar. Si este conflicto
se encuentra activo en el momento que el polen esta en el aire, los tejidos se
volverán sensibles a él. Pero para comprender la reacción de la fiebre del heno
debemos verla como un intento de descargar la tensión subyacente y no como una
simple respuesta al irritante. Mientras que el conflicto este vivo, el polen
podrá disparar la reacción de la fiebre del heno. Los antihistamínicos impiden
la reacción de la fiebre del heno secando las membranas mucosas y por tanto
desactivando el conflicto por adormecimiento de los tejidos.
Las personas constantemente
reaccionan en forma exagerada a cualquier situación que recuerda un trauma o
conflicto anterior. Esto se ve constantemente en la terapia bioenergética. El
mejor ejemplo es la reacción de una persona
a cualquier presión en los músculos tensos que rodean los órganos
genitales. Muchos pacientes saltan, como queriendo salirse de su propia piel,
cuando se les hace esto. Reaccionan con
shock que proviene del miedo de ser dañados allí. Este miedo es su ansiedad de
castración que desarrollaron en su período edípico cuando se sintieron
amenazados con la castración por competir sexualmente con el padre del mismo
sexo. Esa temprana experiencia supuso un
shock real para el organismo y causó el retiro del sentimiento sexual o energía
de la pelvis.(12) Alguna energía vuelve
luego de que el shock sede pero es tentativa y rigurosamente controlada.
Cualquier movimiento inesperado que hago con mis dedos mientras trabajo en esa área a menudo produce una reacción
similar al shock en el paciente. Obviamente, recuerda la experiencia más
temprana y evoca la misma respuesta. De la misma manera un niño que ha sido
mordido por un perro se vuelve histérico cuando se le acerca un perro desconocido.
La debilidad de Sellye en la
comprensión de la artritis es que deja de apreciar el poder de los factores
emocionales en la producción de angustia y enfermedad. Los experimentos de
Harold G. Wolfe y sus asociados en el New York Hospital han demostrado
claramente que la simple discusión de temas emocionalmente dolorosos con
pacientes produce una exacerbación de sus dificultades. El siguiente es un
ejemplo: “Cuando se sometió a personas normotensas e hipertensas a entrevistas
que trataban conflictos personales, se producían ansiedad y resentimiento
conscientes o inconscientes en asociación con presión arterial elevada,
acortamiento del tiempo de coagulación y rapidez de sedimentación y un
incremento en la viscosidad sanguínea”(13). Este tipo de respuesta al estrés
fue encontrado en muchos otros sistemas orgánicos sensibles. Así, en un
paciente con un colon expuesto, se observó un aumento de la vascularidad,
motilidad y fragilidad de la mucosa cuando una discusión sobre su cuñada activó
sentimientos de hostilidad, resentimiento y culpa.
Estos dos ejemplos del estudio de
Wolfe, muestran el efecto angustiante inmediato del conflicto emocional. Pero
la pregunta que pocos investigadores pueden contestar claramente es: ¿Por qué
una persona reacciona al estrés con artritis mientras que otra desarrolla
colitis ulcerosa? Están de acuerdo en que la vulnerabilidad de los órganos es
determinada por experiencias de la vida temprana que crean patrones de conducta
para enfrentar el estrés. ¿Cuál es entonces es el patrón de conducta que
predispone a un individuo a la artritis? Examinaremos el problema de la
artritis bioenergéticamente.
La artritis es un trastorno de la
movilidad de un organismo. La articulación artrítica esta literalmente
congelada debido tanto al dolor del proceso inflamatorio como a procesos
degenerativos en las superficies articulares. Pero la inflamación y la
degeneración son fenómenos secundarios. En realidad, el trastorno de la
movilidad precede a la condición artrítica. Sabemos de nuestro estudio de
personas con esta condición que en su personalidad tienen un fuerte conflicto
relacionado con la expresión de los impulsos agresivos. Este conflicto esta
justo bajo la superficie en contraste con los individuos masoquistas donde está
más profundamente reprimido. La persona artrítica tiende a tener una estructura
de carácter rígida aunque hay tendencias masoquistas presentes. Puede aún haber
un marcado elemento esquizoide en la personalidad. Es la rigidez que predispone
a la persona a la artritis. Por ejemplo, en las manos que tienen artritis, uno
encuentra la tendencia a la contractura en la flexión de los dedos. La mano
artrítica en su estado contraído a menudo se parece a una garra. Se podría deducir que el bloqueo inconsciente
del impulso a clavar las garras es lo que crea la contracción.
__________________
En un caso donde la artritis en
las manos era muy severo resultando en una malformación pronunciada en forma de
garra, sugerí a la persona que su condición podía deberse a impulsos agresivos
reprimidos. La sugerencia fue vehemente rechazada. Esta persona era una artista
y se veía a sí misma como sensible y considerada. Su imagen del yo no admitiría
la posibilidad de que podría guardar impulsos agresivos hostiles o negativos.
Pero como dichos impulsos existen en todas las personas en nuestra cultura, su
negación reveló el conflicto. La necesidad de reprimirlos impone un
considerable estrés sobre el cuerpo. Sin embargo, mientras uno tenga la energía
para enfrentar el estrés, la persona esta en un estado de resistencia y los
síntomas de la enfermedad no se evidencian. El descenso de la energía o estrés
adicional en la forma de un shock podrían conducir al organismo hacia la
enfermedad.
Cuando la expresión del
sentimiento se encuentra con una respuesta hostil fuerte del medio ambiente, el
organismo es llevado a un estado de shock. Los niños son constantemente
shockeados por las respuestas negativos de sus padres. Como hemos visto el
shock se debe al retiro de energía de la superficie del cuerpo. El efecto del shock
es congelar el cuerpo en la inmovilidad. Este shock es similar a aquel que
produce la condición esquizoide. En este ultimo caso, el shock es más severo y
más prolongado, y resulta de una negación del derecho del niño a ser. La
personalidad esquizoide está, por tanto, encerrada en un estado de inmovilidad
congelada. Cuando los padres son menos hostiles y el shock en consecuencia es
menos severo, hay un rebote energético que conduce al estado congelado. Algo de
agresividad es repuesta, pero el niño
enseguida aprende a ser cuidadoso para no antagonizar con sus padres.
Desarrolla un control sobre la expresión de sentimientos negativos a través de
la formación de un superyó. Este control es manifestado en el nivel corporal en
la forma de tensión muscular y rigidez. El niño ha hecho una adaptación
aparentemente exitosa y la situación se ha vuelto estable. El estrés todavía es
operativo de un nivel inconsciente. El organismo está en la etapa de
resistencia.
El ataque artrítico generalmente
se desarrolla siguiendo uno o más shocks en respuesta a algunos impulsos
agresivos. El shock no necesita y generalmente no el resultado de una acción
externa. La persona se atemoriza de sus propios sentimientos agresivos e
inconscientemente retira la energía de sus extremidades, que son sus órganos
agresivos. El retiro de energía de la periferia del cuerpo es generalmente
seguida por un resurgimiento de la energía. Este rebote o flujo de energía
vuelta hacia la articulación congelada produce la inflamación característica de
la artritis reumatoidea y el dolor asociado. Dicha secuencia de eventos sigue
la línea de nuestro concepto básico de que la enfermedad representa un intento
del cuerpo de recuperar su capacidad funcional plena.
Adele Davis, la famosa
nutricionista, quien había estado en terapia Reichiana, nos cuenta la historia
de una mujer que consultó con una
condición artrítica en sus manos y codos. Al hablar con la paciente, Davis se dio
cuenta que la mujer tenia un gran enojo contra su hermano. Davis trajo una
almohada y pidió a la mujer que golpeara con sus puños para liberar su enojo.
Inmediatamente después de esta expresión de ira, las manos y codos de la mujer
se liberaros del dolor y en poco tiempo la condición artrítica desapareció.
He trabajado con varios pacientes
artríticos y debo confesar que no he obtenido un resultado similar. No he
podido lograr que ninguno de ellos exprese su ira completamente. Mis intentos
en ese sentido han terminado generalmente empeorando su condición artrítica. Y,
consecuentemente interrumpieron la terapia. Mi falla se debió al hecho de nunca
los conduje a expresar su ira real
porque estaban demasiado atemorizados o se sentían demasiado culpables. Entonces
en vez de llevar la energía hacia sus manos y extremidades, ellos retiraban la
energía, lo cual conducía al shock y a una exacerbación de su enfermedad. He
llegado a la conclusión de que en el futuro pediré al paciente que confronte su
temor y culpa respecto a su hostilidad antes de conducirlo a expresar su ira.
Veamos ahora la colitis ulcerosa.
Wolfe, quien estudió algunos de estos pacientes dice: “El paciente con colitis
ulcerosa es característicamente un individuo calmo, superficialmente pacífico,
con una dependencia mayor a la usual. Por debajo de esta calma exterior se
revela que esta persona exteriormente plácida está ‘sentada sobre un barril de
pólvora’ de intensa hostilidad, resentimiento y culpa”(14). Pero esta
descripción también encaja con muchos pacientes artríticos y aun con otros que
no reaccionan con síntomas físicos. Necesitamos saber por qué el ataque golpea
a una persona en el intestino, a otra en las articulaciones y a otra en
cualquier otra parte. En parte esta respuesta puede obtenerse del análisis del
historial del paciente. Pero otra parte de la respuesta debe derivarse de un
análisis de la dinámica de la enfermedad.
El retiro de energía del
intestino inferior está asociado con la emoción del miedo. La base de dicha
afirmación es el lenguaje del cuerpo. En este lenguaje, “tener intestinos” es
tener coraje. Sin embargo, dado que todo el mundo tiene “intestinos” la
expresión tiene sentido sólo si se refiere al sentimiento de los intestinos.
Una persona que siente sus intestinos tiene coraje, la que no, es cobarde, es
asustadiza. La sensación o percepción es una función de la carga energética.
Por esto, cuando una persona está muy asustada, “scared shitless” como lo dice
la expresión, la energía se retira de los intestinos. Esto constituye un estado
de shock en el abdomen. El rebote o retorno de energía y sangre produce la
diarrea sanguinolenta de la colitis ulcerosa. Esta reacción se debe al hecho de
que el estado de shock de la mucosa del intestino no puede sostener el fluido
cargado que vuelve, el cual es vertido hacia el colon junto con la mucosa del
intestino. En casos menos severos, el resultado es una colitis mucosa. Cuando
el estrés o temor es más severo, la úlcera ocurre en el intestino, como lo
observó Sellye, y hay sangrado dentro del intestino.
Aunque el miedo afecta el
intestino en todos los individuos, no todos reaccionan con colitis. En muchas
personas el área donde se centra el miedo son los ojos. Decimos, “sus ojos se
salieron de las órbitas del susto”. Una persona está predispuesta a esta
reacción por las experiencias de la niñez temprana. Creo que cuando la reacción
es en el intestino, se relaciona con la falta de apoyo. El sentimiento de estar
sin apoyo frente a lo que parece ser una amenaza muy grande es el miedo que
provoca un shock en el intestino. Los bebés y niños muy pequeños experimentan
este tipo de miedo cuando se asustan frente a una persona o sonido extraños
cuando sus padres están ausentes. Los individuos que están emocionalmente
fijados en esta etapa temprana están predispuestos a este tipo de reacción.
Dichas personas pueden ser descritas como un carácter oral que denota falta de
nutrición y apoyo de la figura materna. Y dichas personas, como lo observó
Wolfe, son más dependientes de lo usual.
El estrés en estos individuos no
es causado por la dependencia sino por el esfuerzo para negar la necesidad de
apoyo. Esto es hecho apretando el vientre y el intestino de manera de no
sentirse ansioso o inseguro. Uno no se siente seguro por esta maniobra, sino
que más bien es una maniobra para cortar la sensación. En efecto, la persona se
está sosteniendo por sus intestinos. En el carácter oral, como lo señalé en The
Language of the Body, las piernas son
débiles pero se mantienen rígidamente. La rigidez ofrece la ilusión de “pararse
sobre sus propios pies” (“standing on one`s own feet” frase que en inglés significa ser independiente,
autónomo) mientras que en realidad, el carácter oral se apoya en otros. Como en
otras enfermedades, la enfermedad no se evidencia hasta que la persona entra en
el estado de agotamiento. Previo a ese momento, el carácter oral esta en una
etapa de resistencia. Usando su energía de reserva puede enfrentar el estrés
creado por la negación y supresión de su
inseguridad y necesidad. Pero otro shock que proviene del peligro junto con el
sentimiento de desamparo o el retiro de apoyo de una persona amada, puede
resultar en un ataque de colitis ulcerosa. La situación entonces se vuelve
mayor de lo que la persona puede manejar y entra en estado de angustia.
Debido a la deprivación temprana
de amor y apoyo el carácter oral guarda fuertes sentimientos de resentimiento y
hostilidad. Y dado que estos sentimientos son dirigidos principalmente a la
persona en la etapa de nutrición, crianza, son acompañados por culpa. “No
muerdas la mano que te da de comer” es un dicho que haría sentir a un niño
culpable por su hostilidad hacia la madre. En realidad, el sentimiento de
hostilidad es reprimido a los efectos de la supervivencia mucho antes de que el
superyo se desarrolle. La represión de la hostilidad provee la base somática
para la idea de culpa.
Si el análisis anterior es
correcto, el tratamiento de esta condición debe apuntar a ayudar a la persona a
obtener un soporte interno (sentido interno de apoyo) que provendría de sentir plenamente sus pies sobre la tierra. Esto requiere de un
programa de trabajo físico intenso con las piernas y pies para llevar la
energía y el sentimiento hacia ellos. Pero dicho programa será resistido por el
paciente con esta enfermedad. Como cualquier carácter oral no tiene confianza
de que la tierra estará allí para él así, como no lo estuvo su madre. La madre
es el primer soporte (“ground”) del bebé y permanece por siempre identificada
con la tierra y el suelo. Y por lo tanto el paciente no se animará a caer. El
miedo a caer se relaciona con el miedo a estar indefenso y abandonado. Para
controlar el miedo a caer se tensan los músculos de las piernas,
transformándolos en soportes rígidos que carecen de sentimiento. Al mismo
tiempo la persona aprieta su intestino para no sentirse asustado. El trabajo
físico intenso con las piernas no esta diseñado para hacer las piernas más
duras sino más suaves. Como resultado de los ejercicios las piernas de la
persona se sentirán más débiles, no más fuertes. Sentirá que sus piernas no lo
sostienen. Este sentimiento es la percepción verdadera de sus piernas y denota
que ahora está en contacto con ellas y con la tierra. Denota también que la
rigidez ha disminuido enormemente. Hay ansiedad en el sentimiento que las
piernas de uno no lo sostienen. Se llama ansiedad de caída. Luego a medida que
uno sobrepasa la ansiedad, continuando en el trabajo con las piernas, estas se
vuelven verdaderamente más fuertes, ya que pueden sostener a la persona sin
ponerse rígidas.
Al mismo tiempo, se trabaja con
la respiración de la persona para hacerla más profunda, más abdominal. Y se
trabajará también directamente en los músculos tensos de la pared intestinal y
abdominal para hacerlos relajarse. Este trabajo conducirá al llanto en la forma
de sollozos profundos. Con la liberación de este llanto el intestino se relaja.
Y se mantendrá relajado si los conflictos emocionales enterrados en la
profundidad son analizados y trabajados.
Creo que este enfoque sería
efectivo para curar a una persona con colitis ulcerosa. Sin embargo, como todos
los individuos neuróticos, ofrecerá cierta resistencia al proceso de mejorar.
En parte esta resistencia deriva del miedo que subyace a esta condición y que
la persona rechaza experimentar. Inconscientemente, hará todo el esfuerzo
necesario para evitar el sentimiento de debilidad de sus piernas y el
sentimiento asociado de ansiedad de caída. Este es un patrón neurótico. Otra
fuente de resistencia son las ganancias secundarias que la persona obtiene por
el hecho de estar enferma. Estando enfermo no tiene que pararse en sus propias
piernas y también obtiene el apoyo y atención que tanto deseaba. Una vez que se
esta enfermo, esto se vuelve una salida fácil, en el sentido de que uno puede
abandonar la lucha neurótica para superar sus propias debilidades sin admitir
que ha fallado.
En un sentido más profundo la
enfermedad ofrece a la persona una oportunidad real para trabajar sus actitudes
neuróticas y encontrar una manera más saludable de vivir. La caída en la
enfermedad detiene la lucha neurótica que ha agotado la energía de la persona y
puede permitir, en la fase de convalecencia, una reconstrucción de las reservas
de energía. Desde este punto de vista, toda enfermedad puede ser vista como el
intento del cuerpo de sobreponerse. Todo depende de si la persona puede
comprender y tomar contacto con sus sentimientos corporales en vez de luchar
para controlarlos.
D. Prevención de la enfermedad – Enfrentando el estrés.
Hemos dicho que el estrés resulta
de una situación que impone una demanda sobre el organismo para el gasto de
energía. Si el organismo tiene suficiente energía para satisfacer la demanda,
no hay problema. El problema surge cuando la demanda es excesiva. En este caso
la respuesta normal y saludable es retirarse de la situación. Todos los animales siguen este patrón de
conducta que es dirigido por el principio del placer / dolor. Experimentamos el
proceso de vivir placenteramente cuando tenemos suficiente energía para
satisfacer las demandas de la vida. Cuando la demanda es excesiva o la energía
es deficiente, el estrés se vuelve angustia, lo cual es doloroso. El principio
del placer / dolor dice que todos los organismos buscan el placer y tratan de
evitar el dolor.
Los seres humanos también son
gobernados por otro principio llamado el principio de realidad. Este dice que
una persona postergará el placer y tolerará el dolor si cree que dicha conducta
lo conducirá a un mayor placer o a la evitación de un mayor dolor en el futuro.
Debido a este principio conocido como principio de realidad las personas no
siempre se retiran de las situaciones angustiantes o dolorosas. Un niño pequeño
enfrentado a un padre hostil y castigador no puede retirarse físicamente de la
situación. Estar solo es más atemorizante que el dolor que debe soportar. Pero
su sumisión no lo alivia del efecto de shock de la hostilidad o castigo.
Hay una alternativa a la huida:
si se tiene la energía y la fortaleza, se puede luchar contra el agresor y, si
tiene éxito, se puede prevenir el dolor y la angustia. La lucha o la huida son
las respuestas animales básicas a situaciones angustiantes o dolorosas. Tanto
en la huida como en la lucha las reservas de energía del organismo son
movilizadas a través de la acción de la adrenalina para enfrentar la
emergencia. Tales emergencias en el mundo animal son generalmente de corta
duración - ataque de un depredador, por ejemplo. La presa escapa y la
emergencia termina.
Generalmente no hay escape de la
hostilidad parental. El niño está forzado a someterse a las demandas de sus
padres. En un nivel físico no puede ni escapar ni huir pero puede realizar una
de las dos acciones psicológicamente. Puede retirarse psicológicamente de una
situación cortando su contacto con la realidad. Esto lo hace retirando la
energía de la periferia del cuerpo. Es el patrón esquizoide o esquizofrénico y
también es el equivalente al shock. El individuo esquizofrénico está en un
estado más o menos permanente de shock, lo que lo deja insensible a la
realidad. Entonces en ese estado el estrés de la vida o de la realidad no lo
afecta y no desarrollará una enfermedad psicosomática como se han descrito
antes. Las autopsias de esquizofrénicos muestran que su corazón y vasos
sanguíneos son como los de los jóvenes. El precio que paga el esquizofrénico
por su protección contra el estrés es el retirarse de la vida. Existe en una
especie de limbo, ni muerto ni completamente vivo. Retirándose limita su
capacidad de tomar energía, su respiración es muy superficial. Mencioné antes
que el individuo esquizofrénico no es tan susceptible a los resfríos como otros
porque permanece en una condición de congelamiento. Sin embargo, debido a su
pobre respiración es susceptible a la neumonía a medida que envejece. En el
pasado antes de los antibióticos ésta era a menudo su enfermedad fatal.
Psicológicamente uno lucha
tensionando el cuerpo de manera que se pueda tolerar el castigo sin llegar al
colapso. En la superficie el niño parece haberse sometido; internamente, se
endurece para resistir las demandas de los padres. Esta tensión y
endurecimiento de los músculos puede ser localizado o generalizado pero en
ambos casos dice “No lo haré” en el lenguaje corporal. Pero mediante esta
maniobra el conflicto se internaliza, ya que a través de su aparente sumisión
el yo del niño incorpora las demandas de los padres como objetivos validos. De
esta manera, una parte del yo, el superyó o el yo ideal, comanda el
cumplimiento de estos objetivos mientras que otra parte, la resistencia
reprimida, lucha contra su realización. El niño también acepta la
racionalización y justificación de los padres por su actitud negativa, esto es,
que si el niño fuera como sus padres desean, sería amado. Este es el patrón
típico del individuo neurótico que acepta la realidad como la proclaman sus
padres y se esfuerza por cumplir sus demandas. Él será como le ordenaron sus
padres. Pero todo lo que realmente puede hacer es erigir una fachada de
conformidad, ya que interiormente él es precisamente lo opuesto.
La diferencia básica entre la
actitud esquizofrénica y la actitud neurótica es que mientras la primera
representa un retiro de energía de la superficie y la realidad, la segunda se
basa en una inversión excesiva en la apariencia superficial como la verdadera
realidad. Entonces, vimos que la persona que sufre de colitis ulcerosa, el tipo
de carácter oral, ha creado una fachada que niega su necesidad, su dependencia
y su miedo de caer. La persona que desarrolla artritis, básicamente un carácter
de tipo rígido, rechaza su agresividad negativa y presenta una fachada de
atención y solicitud hacia los demás. Recientemente trabaje con una mujer joven
que sufría de lupus eritematoso. Esta es una enfermedad que puede ser
apropiadamente descrita como autodestructiva, ya que en una parte del cuerpo el
sistema inmunológico parece reaccionar negativamente a sus propios tejidos. Los
síntomas en su caso fueron debilidad, inflamación pulmonar, erupción facial y
trastornos oculares. Su fachada era la de ser la “nenita buena de papá”. Este
rol requería la inhibición de su sexualidad, la represión de sus anhelos
románticos y la negación de la furia hacia su padre y los hombres. A cambio,
esperaba amor y protección de su padre y otros hombres con los cuales se involucraba.
Nunca obtuvo esto ni de su padre ni de otros hombres. Ella sí obtuvo promesas
implícitas de amor y protección que nunca fueron cumplidas. Sin embargo, ella
creyó en ellas e invirtió su energía en el esfuerzo por volverlas realidad.
Mientras pudo mantener la
fachada, estuvo en la etapa de resistencia y libre de cualquier síntoma de la
enfermedad. Sin embargo, estaba bajo un gran estrés porque mantener la fachada
le imponía mucha auto-negación, y le demandaba considerable energía. Estaba
cerca de la etapa de agotamiento. Y luego tuvo un shock. Fue traicionada por un
hombre que estaba en la posición de sustituto del padre. A juzgar por su
reacción fue un shock severo, ya que al día siguiente estaba en el hospital con
fiebre alta. La cortisona lentamente llevó su condición bajo control y sus
síntomas desaparecieron pero fueron reactivados luego por un estrés mayor.
En la terapia logró cierto
avance, sintiéndose más fuerte y mejor. Como su terapeuta me volví su sustituto
paterno que debía protegerla y amarla. A cambio, ella sería mi pequeña niña.
Ser terapeuta implica mucho más que ser cariñoso y protector con los pacientes:
tuve que dar una mirada dura hacia la actitud neurótica de la paciente y
enfrentarla a ella. Cuando hice esto, mi paciente se sintió traicionada y sus
síntomas aparecieron en forma más leve. Fue otro shock. Cuando salí durante el
verano, su enojo hacia mí recrudeció sus síntomas oculares. Y sin embargo, sólo
a través de esos shocks y el retorno de la enfermedad, ella pudo discernir el
patrón que la hizo sensible a esta enfermedad.
El mantenimiento de una fachada
predispone a una persona a la enfermedad somática porque impone un estrés
constante sobre el cuerpo. Cuando la deformación (estrés) persiste durante
suficiente tiempo, la estructura interna del cuerpo se derrumba. No es la
fachada que se derrumba sino los tejidos del cuerpo. La fachada se mantiene aun
al costo de la integridad estructural. En el caso de la esquizofrenia, es la
superficie de la personalidad la que se derrumba bajo el estrés abrumador,
mientras que los órganos internos son protegidos. Podemos expresarlo de otra
manera. En la esquizofrenia el colapso es mental o psíquico, mientras que en la
neurosis es físico o somático. Esto se ve claramente en el caso del cáncer.
Yo he relacionado el cáncer a la
desesperación. La victima del cáncer casi nunca tiene conocimiento de su
desesperación. Mantiene una fachada de coraje y esperanza casi hasta es mismo
final. Muere por dentro, mientras que mantiene una fachada de interés por la
vida en la superficie. El esquizofrénico, por el otro lado, nunca esta lejos de
su desesperación. No puede manejarla mejor que el paciente de cáncer pero no
intenta superarla. Mediante este retiro, muere por fuera, mientras que protege un
centro de integridad por dentro.
No trato de decir que la
enfermedad mental es peor o mejor que la somática. Tampoco lo es la salud que
es lo que queremos. He escrito extensamente sobre los problemas de la
enfermedad mental en varias oportunidades. Aquí quisiera abordar las
enfermedades psicosomáticas y el problema del estrés excesivo. Pero necesitamos
conocer las dinámicas de la energía que subyacen a estas enfermedades si
deseamos tratarlas o prevenirlas.
Todos sabemos que el estilo de
vida de la sociedad moderna impone un gran estrés sobre sus miembros. Las
demandas sobre ellos son enormes y, a menudo, excesivas. Estas demandas son,
generalmente hablando, producir, lograr, alcanzar. Las metas son el éxito, el
poder y la fama. El logro de estas metas requiere que la persona dedique casi
toda su energía a esta tarea. Esto es
especialmente cierto desde que la cultura se ha vuelto también muy competitiva.
Las personas que están dedicadas a las metas de esta cultura no tienen lugar en
su vida para los sentimientos. El apremio por lograr el éxito requiere el
desarrollo de una estructura de personalidad rígida basada en la represión de
todo sentimiento incluida la sexualidad. La persona se convierte en un hacedor,
un realizador, un buscador de éxitos. En la mayoría de las familias el
entrenamiento de este estilo de vida comienza tempranamente en la vida del
niño.
La represión del sentimiento se
hace a través de la contractura muscular que pone al cuerpo en estado de
tensión. Mientras la tensión crea el apremio, también reduce la energía del
cuerpo a través de su restricción de la respiración. El resultado es que las
personas que se apremian a sí mismas, están encaminadas a un colapso. Esta
análisis sugiere sólo una manera de evitar la enfermedad y esto es invirtiendo
el patrón de esta cultura. El apremio o empuje por triunfar debe ser reducido y
la vida del cuerpo expresada a través del sentimiento debe ser incrementada.
Debemos darnos cuenta de que el deseo de éxito es un intento de compensar una
sensación interna de fracaso como hombre o mujer. Es un esfuerzo por convencer
a nuestros padres y al mundo que vale la pena que nos amen a pesar de que
nosotros no nos sintamos capaces de ser amados. Pero no importa cuánto tratemos
ni cuán exitosos seamos, nunca llegamos a sentirnos capaces de amar o ser
amados y sucumbimos a la desesperación que nos negamos a reconocer.
La clave para lograr la salud es
vivir plenamente la vida del cuerpo. Esto significa que sentir es más
importante que hacer, que ser libre es más importante que ser rico, y que el
presente es siempre más importante que el futuro. Esto no es negar cierta validez
del principio de realidad. Pero al sacrificar el presente por el futuro debemos
estar seguros de que la promesa de una ganancia futura no es un sueño
imposible, una ilusión que nunca podrá ser cumplida. En términos del cuerpo, no
hay ni éxito ni fracaso. La vida es para vivirla y al vivirla uno envejece y
muere. Pero cuando el vivir es postergado hasta obtener el éxito, “Lo logré”,
el final es siempre trágico.
Vivir la vida del cuerpo
significa estar en contacto con nuestros sentimientos y ser capaces de
expresarlos. Esto requiere que el cuerpo esté tan libre como sea posible de las
tensiones musculares que nos afectan a todos. Tenemos que sentir lo que pasa en
nuestros cuerpos. Sólo podemos hacer eso si dedicamos tiempo para trabajar
nuestros cuerpos de manera que podamos sentir nuestras piernas y el piso, ser
conscientes de cómo nos sostenemos, y de cómo respiramos. Para mí eso significa
un programa regular de ejercicios bioenergéticos por el resto de mi vida. Dicho
programa puede ayudar en gran medida a mantener mi energía en un nivel óptimo.
Lo más importante al enfrentar
situaciones que crean un estrés excesivo es tener el coraje de retirarse
físicamente. Tememos retirarnos porque se siente como si fuera una derrota. Nos
mantenemos allí porque no hacerlo es visto como un fracaso. Debemos usar
nuestra voluntad para superar nuestros aparentes miedos y debilidades para
probar nuestro valor. Luchamos contra un destino que se vuelve más inevitable
cuanto más tratamos de evitarlo. En realidad,
nosotros
creamos las condiciones estresantes que a la larga nos hacen colapsar.
NOTAS AL PIE
1. Wolfe, Harold G. Stress and Disease, Charles C. Thomas, Springfield, II
1953, p.4-
2. Sellye, Hans, The Stress of Life, McGraw Hill, New York, 1956, p.54-
3. Sellye, Hans, Stress Without Distress, New American Library, New York, 1975- 4. Ibid p.14-
5. Holmes, Thomas H., Life Situations, Emotions and Disease, Psychosomatics, vol.19, Nro.12, Dic.1979, pp. 747-754-
6. Ibid p.753-
7. Ibid p.748-
8. Ibid p.748-
9. Ibid p.753-
10.Sigerist, Henry E., mencionado en H. G. Wolfe, Stress and Disease, op. cit. p.2- 11. Sellye, Hans, The Stress of Life, op. cit. p.165-
12.Ver mi nuevo libro, The Fear of Life, para una discusión
completa sobre la ansiedad de castración-
13.Wolfe, Harold G.,
Stress and Disease, op. cit. p.86- 14. Ibid p.52-