2 de mayo de 2012

La diferencias entre Mujer y Hombre, neuronas, hormonas y Psicología. Abajo Entrevista redes Ed. Punset.


¿El cerebro tiene sexo?

REDES– 434 El cerebro tiene sexo 
Louann Brizendine
Entrevista SONO Maya Busqué
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Eduard Punset:
La gente dice que la realidad neurológica de las mujeres las hace más variables, más temperamentales, con más cambios de humor que los hombres. ¿Es verdad? ¿O es simplemente una idea errónea?
Louann Brizendine:
A veces es importante recordar que todos empezamos, en el momento de la concepción, hasta las 8 semanas de vida fetal, con circuitos cerebrales de tipo femenino, aunque las mujeres tengan, genéticamente, cromosomas sexuales XX, y los hombres XY… genéticamente somos distintos, pero los circuitos cerebrales son los mismos hasta las 8 semanas de vida fetal, cuando los diminutos testículos del feto masculino empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona, que «impregnan» los circuitos cerebrales con testosterona, y los transforman del tipo femenino al tipo masculino. De esta manera, por ejemplo, el centro cerebral que denominamos técnicamente la zona del «impulso sexual» dobla su tamaño en el cerebro masculino y, por supuesto, cuando nacemos todos tenemos o bien circuitos masculinos o bien circuitos femeninos, lo que significa que ciertas zonas del cerebro masculino son más grandes. Como el cerebro femenino no se ha visto expuesto a tanta testosterona, las niñas nacen con circuitos femeninos en los que algunas zonas son más grandes, y otras más pequeñas que en el cerebro masculino.
Eduard Punset:
Ya veremos de qué zonas se trata. Pero es fantástico pensar que, como dices, todos los fetos, todos los embriones, son al principio femeninos, a no ser que pase algo a partir de la 8ª semana. Y dices que pasa alguna cosa.
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Louann Brizendine:
Sí. Pero bueno, en los hombres con cromosoma Y, el feto acaba teniendo un gen denominado SRY…
Eduard Punset:
Sí.
Louann Brizendine:
…que es el gen responsable de la masculinidad, por así decirlo, y luego los testículos incrementan las células que fabrican la testosterona.
De modo que sí, todos los científicos saben ahora que la «forma biológica por defecto» en la naturaleza es la femenina.
Eduard Punset:
Exacto.
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Eduard Punset:
En cierto modo, lo que sugieres es que el cerebro femenino (ahora lo aceptamos, nos ha costado mucho tiempo asumirlo) se debe básicamente a flujos de hormonas, que de repente aparecen, una hormona en lugar de otra… ¿Es así? Ésa es la diferencia básica, realmente: lo que nos hace distintos.
Louann Brizendine:
De hecho, lo que sabemos es que el cerebro de hombres y mujeres es muy, muy similar: compartimos, por supuesto, más del 99% de nuestro ADN, y los genes son iguales en hombres y mujeres, pero las mujeres tienen dos X, y los hombres sólo tienen una X y, por supuesto, el pequeño cromosoma Y, ¡que sin embargo es el responsable de diferencias en TODAS las células del cuerpo! Una persona tiene genes masculinos, o bien femeninos. Es importante saberlo, ¡porque de ahí surgen algunas de las diferencias en los circuitos cerebrales que justo ahora empezamos a entender! Y todos nosotros, al nacer, tenemos circuitos neuronales masculinos o femeninos. Además de esto, hay un período muy interesante que denominamos pubertad infantil: tras el nacimiento, la testosterona en los bebés de sexo masculino aumenta muchísimo durante los primeros seis o nueve meses.
Eduard Punset:

Louann Brizendine:
Y luego se ralentiza de nuevo… mientras que, en las niñas, se produce una pubertad infantil que dura hasta 24 meses, hasta los dos años, y los ovarios
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liberan mucho estrógeno al cerebro. Es un período nuevo del que todavía no sabemos muchas cosas, sobre todo en lo referente a las consecuencias conductuales, porque es difícil hacer que una niña de dos años se esté quieta en un escáner o resonancia magnética…
Eduard Punset:
¡Claro!
Louann Brizendine:
No se puede… podemos hacer que se duerma, pero no podemos observar su cerebro haciendo nada distinto. Nos costará algún tiempo dar con la manera de mantener tumbada y quieta a una niña de 1 ó 2 años en un escáner cerebral. Pero, por supuesto, hace unos 30 ó 40 años que sabemos que hay diferencias conductuales específicas de cada sexo en las conductas de juego. Por ejemplo, los niños normalmente juegan a juegos bruscos y de peleas, mientras que las niñas juegan a juegos más fantasiosos, en los que se asignan roles, del tipo « tú serás el médico y yo el paciente» o: «tú serás la mamá, y yo el papá, o el bebé»…
Eduard Punset:
Son capaces de ponerse en el lugar del otro, ¿no?
Louann Brizendine:
Tienen juegos fantasiosos… los niños también, pero su fantasía es más bien del tipo: «soy un superhéroe que lucha contra el enemigo», ya sabes. Y eso a pesar de que, en mi generación, las feministas que estudiamos en los 70 en la Universidad de California, Berkeley, cuando teníamos 20 años, decíamos que les daríamos a nuestros hijos juguetes sin marcas de sexo…
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Eduard Punset:
Es verdad.
Louann Brizendine:
Y que, por lo menos nosotras, las mujeres, queríamos criar a niños que fueran más sensibles… ése era nuestro objetivo. Por supuesto, cuando mi hijo tenía 4 años, le di una Barbie, una de esas muñecas con las piernas tan largas… ¡pero le arrancaba las piernas y las usaba como lanzas! [risas] en lugar de jugar con ella. Y los distintos juegos por sexos surgen en todas las culturas: en todos los lugares del mundo hay constancia de distintas conductas de juego en niños y niñas.
Eduard Punset:
También reaccionan de un modo distinto a las caras, al parecer.
Louann Brizendine:
Sí. Es uno de los temas interesantes que empezamos a estudiar en la pediatría del desarrollo, o la psiquiatría infantil: analizamos a niños y niñas muy jóvenes, para ver hasta qué punto reaccionan de una manera distinta en muchos aspectos.
Eduard Punset:
Antes de que la cultura haya entrado en juego…
Louann Brizendine:
Sí. Una de las cosas que es importante recordar en lo referente a la cultura, al eterno debate entre lo innato y lo adquirido, es que en mi universidad, la
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Universidad de California, San Francisco, hace unos 15 años, Michael Merzenich hizo un experimento con cerebros de monos, y descubrió cuáles eran las neuronas que controlaban el dedo índice. Registró lo que sucedía con esas neuronas. Y luego extirpó el índice a algunos monos, y en dos semanas, las células de ese dedo ya estaban reasignadas (¡en dos semanas!) y controlaban el dedo corazón.
Eduard Punset:
¿Qué controlaban, perdona?
Louann Brizendine:
Controlaban este dedo, el corazón.
Eduard Punset:
Vaya....
Louann Brizendine:
Y esto es importante… algo tan pequeño como eso, con semejantes consecuencias en tan sólo dos semanas… sucede algo en el entorno, algún acontecimiento… sufrimos algún trauma, o perdemos una extremidad, o nos pasa algo malo… o incluso nos sucede algo bueno… y el cerebro reasigna las células cerebrales… no nacemos sabiendo tocar el piano, ¿sabes?
Eduard Punset:
¡Exacto! Y lo adquirido, realmente, puede afectar a lo innato...
Louann Brizendine:
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Lo adquirido se plasma en los circuitos cerebrales.
Eduard Punset:
¡Increíble!
Louann Brizendine:
El debate sobre lo innato y lo adquirido está, por tanto, muerto: lo innato y lo adquirido son en realidad lo mismo. Toda la conducta procede del cerebro. Y el entorno, los cambios en lo adquirido, ¡se codifican en realidad en las células del cerebro!
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Eduard Punset:
Louann, si suponemos (y es difícil suponerlo, a veces) que hay partes específicas del cerebro consagradas a actividades específicas, a campos concretos o a conductas, de tu investigación se desprende que las zonas del cerebro destinadas a la actividad sexual, las relaciones sexuales o la agresividad, son mayores en el cerebro masculino, mientras que las destinadas a escuchar y… ¿a qué más? A la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) son mayores en las mujeres. ¿Es esto correcto?
Louann Brizendine:
A veces, cuando pensamos en el cerebro, como está en el cráneo, está ahí dentro de nuestro cráneo, nos cuesta entender que, si lo pudiéramos ver desplegado, observaríamos que tiene muchas zonas muy pequeñas, que son como miniórganos dentro del cerebro. Sin duda, si miramos la zona del estímulo sexual, veremos que es de 2 a 2,5 veces más grande en el cerebro masculino, por ejemplo…y, por supuesto, en la pubertad, cuando los chicos tienen entre 9 y 15 años, los niveles de testosterona empiezan a aumentar y se multiplican por veinticinco (¡y multiplicarse por 25 en biología es una cifra enorme!), así que esta testosterona empieza a activar los circuitos masculinos de estímulo sexual: los jóvenes empiezan a tener fantasías sobre partes del cuerpo femenino y sobre la actividad sexual. Manifiestan su conducta sexual a través de fantasías sobre la mujer. Es importante recalcar que esto no implica que el cerebro femenino haga que la mujer no esté también interesada en el sexo, ¡por supuesto que lo está! La sexualidad de las chicas también cambia en la adolescencia a medida que se incrementa el estrógeno en el cerebro, y también, un poco, la testosterona… pero lo que las chicas empiezan a desear es resultar
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sexualmente atractivas para los hombres, ¡en todas las culturas! La adolescente pasa mucho tiempo frente al espejo, de compras… el autoadorno aparece en todas las culturas… pensemos en algunas tribus africanas, en las que las chicas se mueren de ganas de llegar a la pubertad para alargarse los lóbulos de las orejas… o los labios… lo que corresponda a su cultura. O pensemos en las imágenes o tatuajes en la cara, que en ciertas culturas se consideran un símbolo de belleza, para atraer la atención de los hombres hacia la mujer, así que las jovencitas de todas las culturas hacen lo que resulte adecuado en su cultura para atraer al sexo opuesto. No es que lo provoquen los medios de comunicación, ¿sabes? Los medios de comunicación nos inundan de imágenes que nos instan a ser atractivas, pero estos circuitos son naturales en el cerebro femenino para expresar la sexualidad, especialmente antes de la ovulación. Ése es el momento en el que las mujeres coquetean más para intentar atraer el interés de los hombres hacia ellas. A veces las propias mujeres no se dan cuenta, o tal vez sí, tal vez se percaten de que se ponen un poco más de pintalabios ese día, o coquetean un poco más para intentar interesar a un hombre. El momento de mayor estímulo sexual de la mujer se sitúa en torno a dos días antes de la ovulación, así lo ha diseñado la Madre Naturaleza.
Eduard Punset:
Sí.
Louann Brizendine:
Para que nos sintamos tentadas a practicar el sexo y quedarnos embarazadas… para que haya esperma aguardando cuando salga el óvulo.
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Eduard Punset:
Volvamos a algo que preocupa a los hombres y las mujeres por igual. Me refiero al tema del estrés, el impacto del estrés. Tu investigación conduce a algo muy interesante: sugieres que el estrés afecta de una manera distinta al cerebro femenino y a la conducta femenina. Se hizo un experimento, si no recuerdo mal, con cabras, con las crías de cabras que habían alcanzado niveles altísimos de estrés, pobrecitas, y las repercusiones del estrés de la madre fueron mayores entre las cabritas que entre los cabritos. ¿Es verdad?
Louann Brizendine:
Se trata de un estudio fascinante, cuyas implicaciones no terminamos de entender, según el cual si la cabra estaba estresada, ¡sus crías hembras se sentían mucho más ansiosas y nerviosas que las crías machos! De modo que, en parte, el estrés maternal durante el embarazo (por lo menos en las cabras, deberemos estudiarlo con humanos, por supuesto) se transmite de un modo distinto a las cabritas que a los cabritos. Además, gracias a la investigación realizada con roedores, concretamente con ratas, por Michael Meanny en Canadá, sabemos que hay rasgos adquiridos de cuidado maternal de las crías que se pueden transmitir genéticamente, y esto afecta la conducta de tres generaciones… por ejemplo…
duard Punset:
¡Es increíble!
Louann Brizendine:
Lo más fascinante del estudio es que si tenemos a una madre con tendencia a lamer mucho a las crías, por ejemplo, y a otra madre que no lame tanto a
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sus crías, y ambas tienen una camada de 6 crías cada una… tomamos 3 de las crías de la madre con poca tendencia a lamer a sus crías y las ponemos bajo el cuidado de la otra madre (se adaptarán rápidamente), y luego tomamos 3 crías de la madre que lame mucho a sus crías y se las damos a la otra… esto se conoce como «experimentos de intercambios de crías». Pues bien, dejamos que las ratitas crezcan. Cuando las hembras tengan crías a su vez, lo interesante es que las nacidas de la madre con poca tendencia a lamer a las crías…
Eduard Punset:
Las que no han sido lamidas…
Louann Brizendine:
Que se criaron sin embargo con la madre con tendencia a lamerlas, en realidad acaban lamiendo mucho a sus crías también. Y las que nacieron, genéticamente, de una madre que lamía mucho a las crías, pero se criaron con una madre poco propensa a lamer a su camada, tampoco lamerán a sus crías.
Eduard Punset:
¡Increíble!
Louann Brizendine:
No seguirán a sus genes, no harán lo que les dicten los genes. Así que se trata de un descubrimiento interesante que sugiere que hay cambios reales en la metilación del ADN, que se transmiten a las crías durante tres generaciones.
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Eduard Punset:
Hasta ahora hemos hablado de cabras y ratas, pero recordemos lo que sucede con las mujeres en este sentido. Se ha dicho, no sé si es verdad, que si los hombres están estresados o preocupados, siguen pudiendo hacer el amor, no pasa nada. En cambio, las mujeres, para sentir un orgasmo pleno, no pueden estar estresadas ni preocupadas. Si están preocupadas, tendrán más dificultades para llegar al orgasmo en una relación sexual.
Louann Brizendine:
Hay algo interesante relacionado con el hecho de que el estrés repercute de una manera distinta según el sexo de la persona: sabemos que, en realidad, cuando los hombres están estresados tienen un mayor apetito sexual. En cambio, si las mujeres están estresadas, su interés sexual disminuye. Para los biólogos evolutivos, esto se debe a que el macho solamente debe depositar el semen, el esperma, y luego marcharse; mientras que la mujer debe sobrellevar el embarazo… y si siente que el entorno es demasiado estresante para quedarse embarazada, en nuestros antepasados, en la Edad de Piedra, tal vez eso significaba que no había suficiente comida para mantener el embarazo y tener el niño, ¿sabes? Así que, según esta hipótesis, el apetito sexual femenino se reduce en condiciones de estrés, porque el cuerpo y el cerebro no perciben que el entorno sea seguro.
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Eduard Punset:
Una última pregunta, que seguro que preocupa a todos los teleespectadores, o por lo menos a la mayoría de ellos: me refiero a esto que los franceses llaman «coup de foudre», el amor por pura casualidad: cuando vemos a alguien y nos enamoramos perdidamente de esa persona.
Louann Brizendine:
Te refieres al amor a primera vista. ¿no?
Eduard Punset:
Exacto: el amor a primera vista. ¿Hay alguna base biológica que lo justifique, o es una mera ficción?
Louann Brizendine:
Me parece que el tema del amor a primera vista, de quién nos enamoramos o por quién nos sentimos sexualmente atraídos, es muy interesante en el estudio del cerebro. Sabemos, por ejemplo, y así lo han corroborado los estudios, que si vemos a alguien que físicamente es muy simétrico…
Eduard Punset:
¡Eso es!
Louann Brizendine:
… o con movimientos corporales muy fluidos (se ha hecho un estudio nuevo en el se observaba a varias personas bailar, por ejemplo), resulta que si bailan de un modo muy equilibrado, eso es mucho más atractivo e interesante sexualmente para nuestro cerebro, que se activará más. Es
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habitual creer que el amor a primera vista pertenece a la esfera de la literatura fantástica, pero pese a todo puede activar partes muy específicas del cerebro que nos dicen: «¡ahí está!». No se trata de algo que pienses, sino de algo que sientes, es como una sacudida en el cerebro… mi marido y yo a veces nos reímos, porque no sólo implica lo visual, sino el tacto… el sentido del tacto, del oído, las feromonas y el sentido de la vista trabajan conjuntamente cuando vemos moverse a alguien, porque no sólo miramos su rostro, sino que observamos cómo se mueven todas las partes de su cuerpo. Así que hay una parte de todos nosotros que se siente especialmente atraída por esa persona, sea quien sea, por la que experimentamos atracción sexual.
Eduard Punset:
…porque está codificado biológicamente. De hecho, tú lo dices de una manera muy elegante, dices algo así como que «la biología es el destino». Es más destino de lo que solemos creer. Eso crees, ¿no?
Louann Brizendine:
Bueno, creo que es importante recordar que ni los circuitos cerebrales ni las hormonas nos convierten en lo que somos: no crean nuestro yo; aunque el yo surge de la actividad del cerebro, por supuesto. Las hormonas nos hacen tender hacia cierta conducta, pero no necesariamente hacen que dicha conducta tenga lugar. Así que el destino de la biología es como una base: es bueno tener nuestros circuitos cerebrales, y nuestra corteza alberga todo tipo de pensamientos y reflexiones, cada vez nos volvemos más cultos, aprendemos más… esto repercute sobre nuestro sistema límbico, por ejemplo, y cuando las hormonas actúan con fuerza, nos predisponen a ciertas conductas. Nuestra corteza puede escoger cuál de estas conductas
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activar. Es decir, la biología no marca totalmente nuestro destino, pero sin duda nos predispone hacia ciertas conductas, pensamientos y sentimientos.

El destete


Duración de la lactancia 


La edad en que ocurre el destete por completo, es decir, que el niño abandona definitivamente la leche materna, es variable y está influido por factores de muy diversa índole. No hay razones científicas por lo que se deba recomendar dejar la leche materna a una determinada edad.

La Academia Americana de Pediatría (AAP) en su nueva declaración de 1997 y la OMS recomiendan unos tiempos mínimos de duración de la lactancia materna ( 1 año y 2 años respectivamente), recalcando que son tiempos mínimos y que el tiempo máximo queda a elección de la pareja lactante, es decir de la madre y de su hijo.

El Dr. Lawrence Gartner, presidente del grupo de trabajo sobre lactancia responsable de la última declaración de la AAP (1) explica que “la Academia no ha establecido un límite superior. Hay niños que son amamantados hasta los 4, 5 o 6 años. Esto puede ser infrecuente pero no perjudicial”.

Pese a que el momento del destete definitivo es una elección personal, desgraciadamente a lo largo de este siglo muchas mujeres, casi sin darse cuenta, han ido delegando en diversos profesionales la responsabilidad de decidir por ellas el momento del cese de la lactancia.  Y éstos, por lo general, han hecho sus recomendaciones basándose más en sus opiniones personales, fruto de los mitos culturales de su tiempo, que en razones científicas.

Se debe tener en cuenta que el destete no solo es un cambio en la dieta del niño, sino que es un asunto muy serio con gran repercusión emocional para él y para su madre. El niño puede experimentar sentimientos de frustración y de abandono, al no entender por qué su madre le niega algo tan importante para él; la madre, a su vez, puede experimentar sentimientos de pérdida y de tristeza por haber tenido que cambiar esta forma de relación íntima con su hijo.

Por todo ello las recomendaciones arbitrarias sobre la limitación de la lactancia, que no tienen en cuenta los deseos de la madre y de su hijo, son simplemente inaceptables.

Destete forzso

En algunas ocasiones el destete se hace inevitable por causas médicas u otras.

Cuando el destete ha de ser impuesto, por un motivo totalmente justificado, antes de que la madre o el niño estén preparados para ello, ambos necesitaran apoyo y comprensión.

De todas formas, antes de tomar esa decisión, sería de gran importancia que la madre buscara información contrastada sobre la necesidad de ese destete, ya que con demasiada frecuencia se tiende a inhibir lactancias sin una justificación científica real.

Conviene saber que los medicamentos realmente incompatibles con la lactancia son muy pocos y las enfermedades que contraindican la lactancia son menos aún.

Destete voluntario

El destete puede ocurrir a iniciativa de la madre o del niño. En situaciones ideales seria deseable que el destete se produjera de mutuo acuerdo y fuera un proceso tan satisfactorio y enriquecedor como la lactancia, pero esto no siempre sucede.

La decisión sobre el momento del destete puede tener grandes variaciones de una madre a otra y también de un niño a otro.

En ocasiones la madre puede sentir deseos de poner fin a la lactancia antes que su hijo esté preparado para aceptarlo.  Otras veces quien decide ponerle fin puede ser el niño a pesar de que su madre no tuviera ningún inconveniente en continuar.

Sea cual sea el momento en que uno de los integrantes de la pareja lactante desea ponerle fin, o sean cuales sean los motivos, es importante recordar que se trata de una opción personal y que todas son respetables.
Destete a iniciativa del niño

Si el destete sucede a iniciativa del niño va a ser él quien marque la pauta.

Algunos niños simplemente un buen día deciden que no quieren mamar más.

Otros lo hacen más despacio, paulatinamente se van desinteresando por la lactancia materna, reduciendo la demanda hasta que ésta cesa por completo. Los hay que primero maman solo una vez al día, luego una vez cada varios días, hasta que simplemente dejan de pedir.

Un nuevo embarazo puede tener un papel en el destete del hijo anterior. Debido a los cambios de la leche durante el embarazo (menor volumen, distinto sabor) muchos niños se destetan solos en esta época. Otros prefieren seguir mamando, y continuar haciéndolo tras el nacimiento del nuevo hermano. A esta situación de dos niños de diferentes edades mamando a un tiempo se la ha llamado “lactancia en tándem”.

Destete a iniciativa de la madre

Una madre puede tener diversas razones para desear que el destete tenga lugar; desde razones médicas, emocionales, presiones familiares, sociales, etc.

El momento en que una madre empieza a desear el cese de su lactancia es también muy variable. A algunas les puede suceder a los pocos días o meses, a otras al cabo de algunos años.

En cualquier caso es preferible un destete gradual a un destete brusco. Este último puede generar ingurgitación mamaria (pechos hinchados, duros y doloridos) e incluso mastitis (inflamación e infección del pecho generalmente después de la obstrucción de un conducto debido al cese del drenaje), que no ocurrirían si se permitiese la adaptación de la mama a la disminución progresiva de la succión, como ocurre durante el destete gradual (A menor succión, menor producción hasta que ésta cesa por completo). Desde un punto de vista emocional el destete gradual también es más fácil para el niño.

El destete supone mucho esfuerzo, y madres que han destetado activamente a sus hijos suelen decir que no les quedaba mucho tiempo libre, ya que tenían que emplearlo en distraer  a sus hijos de otro modo.

Los niños que son destetados antes de superar su necesidad de chupar pueden empezar a chuparse el dedo o incluso a usar chupete si se le ofrece, siendo sustitutos del amamantamiento que pueden proporcionar cierto consuelo a un niño frustrado por el destete.

La noche puede ser un momento especialmente difícil para un pequeño que espera mamar y no puede entender la reticencia de su madre; a esa hora pocos de la familia van a estar especialmente racionales y pacientes; el padre puede hacer que el proceso nocturno sea mejor tolerado, proporcionando los cuidados nocturnos al pequeño.

Ideas y sugerencias para acelerar un destete (2)
  • No ofrecer, no rechazar. No garantiza el tiempo que pueda prolongarse el destete. Es el menos doloroso para el niño.
  • Distracción. Se trata de identificar los momentos, lugares y circunstancias en los que el niño suele pedir el pecho, y anticipar alternativas al amamantamiento, para que el niño dirija su atención hacia algo nuevo y atractivo en vez de hacia la pérdida de algo entrañable como mamar.
  • Sustitución. Se ofrece comida o bebida al niño para evitar que pida el pecho por hambre. No se trata de sobornarlo con golosinas para que deje el pecho. Sólo funcionará cuando el niño tenga hambre. Hay que tener en cuenta que los niños también maman por afecto hacia su madre, para sentir su cercanía, por consuelo si están cansados, frustrados o con miedo.
  • Aplazamiento. Con un niño que ya nos entiende se puede negociar el demorar una toma. El niño debe ser lo bastante maduro para aceptar la espera. Se le puede ofrecer algo que le mantenga contento mientras tanto.
El destete por abandono, es decir que la madre se separe del niño por unos días, no es recomendable, ya que el niño no solo se ve privado bruscamente de la leche de su madre, sino también de su presencia, que es vital para su salud afectiva y emocional (3).

El destete natural
Algunas personas creen que si el niño no es activamente animado a destetarse, no lo hará nunca por si mismo; sin embargo, esta idea es errónea, como lo demuestra el hecho de que en sociedades en que se permite al niño mamar tanto tiempo como quiera, acaba por destetarse él solo.

En la mayoría de sociedades humanas el destete suele ocurrir pasados los 2 o 3 años de edad; en nuestra cultura ocurría así hasta hace poco más de un siglo. Los acontecimientos que han condicionado en nuestro medio el rechazo cultural hacia la lactancia más allá del primer año son complejos, pero no dejan de ser cuestiones culturales, que no tienen que ver con las necesidades biológicas ni psicológicas del niño.

Está muy extendida la creencia de que a partir de una cierta edad la leche materna no alimenta, que el niño mayor que mama es por vicio, o de que la lactancia prolongada afecta negativamente el desarrollo psicológico del niño. Estas creencias han llegado a calar profundamente en la mayoría de las personas, incluyendo médicos, psicólogos y pedagogos.

Esta presión cultural en contra es el principal inconveniente de la lactancia prolongada; en algunos países, como Estados Unidos, es algo tan inusual que algunos han llegado a verla como una perversión. Existen casos de madres acusadas de abusos contra sus hijos.

De hecho, el estigma social de continuar amamantando a un niño que ya camina o que va a la escuela fuerza incluso a madres seguras de sí mismas a hacerlo en la clandestinidad; los que más han dañado la lactancia prolongada han sido los profesionales de la salud, dando información sin base científica real, a la vez que desalentando a las madres que han querido prolongar la lactancia.

Cada especie de mamíferos tiene una edad en la que el destete ocurre de forma natural, que probablemente esté condicionada genéticamente. En nuestra especie es difícil deslindar lo cultural de lo biológico.

La antropóloga K. Dettwyler, de la Universidad de Texas, ha recogido información acerca de la edad de destete de los primates no humanos, poniéndola en relación con variables del ciclo vital, tales como peso al nacimiento, peso del adulto, periodo de gestación y erupción de molares permanentes; extrapolando estos datos a la especie humana, parece que el destete natural podría ocurrir entre los 2 años y medio y los 7 años (4).

Estos datos vienen a ser apoyados por dos hechos de diversa índole:

En sociedades actuales en las que el rechazo cultural a la lactancia prolongada no existe, las madres amamantan a sus hijos hasta los 4 años por término medio.
Se estima que el sistema inmunitario de los seres humanos no está maduro y plenamente operativo hasta los 6 años de edad.

Cambios en la leche durante el destete

Existe la creencia popular de que a una determinada edad del niño la leche materna pierde sus propiedades nutritivas. Esto no sólo no es así, sino que no existe ningún alimento que aisladamente supere el valor nutritivo de la leche. Si que la pueden superar en algún nutriente en concreto (Por ejemplo, el hígado la supera en hierro, la papaya en vitamina C y la carne de buey en proteínas) pero no en todos a la vez; de manera que la leche materna sigue siendo el alimento más nutritivo de cuantos pueda tomar un niño, aunque tenga tres o cuatro años.

Existen algunos estudios que evalúan los cambios en la composición de la leche materna durante el proceso del destete, en ellos se demuestra que el volumen de leche disminuye en proporción a la cantidad de otros alimentos que tome el niño (a menor hambre, menor succión y menor producción de leche). La concentración de proteínas aumenta hasta el 142% del basal, los lípidos mantienen su concentración, el hierro aumenta hasta el 172%, el calcio permanece constante y el zinc disminuye hasta el 58% del basal (5). Los factores inmunitarios se mantienen durante el destete gradual (6). Hay que decir que estos estudios se hicieron en niños que fueron destetados por causa del propio estudio, a la edad de 7 meses, y que el destete duró 3 meses, pero no dice nada de lo que puede ocurrir durante el destete natural, que puede tardar varios años.

Falso destete

A lo largo del primer año de vida pueden existir momentos en los que el niño muestra un menor interés por la lactancia, como consecuencia de su propio desarrollo (Por ejemplo alrededor de los 9 meses) (7). Esto no debe ser confundido con el verdadero destete. Más bien es consecuencia del creciente interés del niño por su entorno, que le hace distraerse fácilmente del pecho. En un ambiente tranquilo, con luz tenue, con un menor nivel de estimulación, el niño mamará cuanto necesite, recuperando “el tiempo perdido”.

Si pensamos que la leche es un alimento de gran importancia en la dieta del niño, al menos durante sus dos primeros años de vida, no es razonable pensar que ya no le hace falta la leche de su madre pero sí en cambio otro tipo de leche. La naturaleza no tiene previsto que una cría tome leche de una especie distinta a la suya.

En cualquier caso, si una madre no desea prolongar la lactancia hasta que el niño decida dejarlo, tal vez le sea más fácil destetarlo entre la edad de los 9 y 14 meses. Sin embargo la decisión de la madre de destetar puede no ser firme a esa edad, por lo que no se debería alentar a la madre a que lo haga con el fin de evitarle supuestas futuras molestias que tal vez no se presenten nunca.

Huelga de lactancia

A veces ocurre que un niño de repente se niega a mamar de forma brusca. A esta conducta se ha llamado “huelga de lactancia”, es autolimitada y no debe ser confundida con un verdadero destete. Las causas de esta situación pueden ser muy variadas y a veces una madre tendrá que investigar que ha ocurrido en su caso. Si se identifica y evita el motivo, la lactancia continuará.

A veces puede ser necesario más esfuerzo, especialmente si el motivo no ha sido identificado o no es evitable. Puede ser útil ofrecer el pecho en un lugar relajado, a media luz, sin distracciones o cuando el niño está medio dormido. Suele ser contraproducente intentar rendir al niño por hambre. Mientras se reinicia el amamantamiento la madre puede extraerse la  leche, que le puede ser ofrecida al niño con vaso o cucharilla.


Resumen basado en:

Dra. Pilar Serrano Aguayo. Alimentación complementaria y destete en el niño. En: Lactancia Materna. Josefa Aguayo Maldonado (Ed.) Universidad de Sevilla. 2001

Ruth A. Lawrence. La Lactancia Materna: Una guía para la profesión médica. Cuarta edición. Mosby 1996
BIBLIOGRAFIA

1. American Academy of pediatrics Work Group on Breastfeeding. Breastfeeding and the use of human milk. pediatrics, 1997; 100:1035-1039

2. Burmgarner, N.J. Mothering your nursing toddler. La Leche League International de. 1982.

3. Bowlby, J. The making and breaking of affectional bonds. tavistock pub. 1979

4. Stuart-Macadam, p.; Dettwyler, K.A. Breastfeeding, Biocultural perspectives. Aldine de Gruyter editors. New York 1995.

5. Garza, C.; Johnson, C.A.; Smith, E. et al. Changes in nutrient composition of human milk during gradual weaning. Am J Clin Nutr 1983; 37:61

6. Goldman, A.S.; Goldblum, R.M. inmunologic components in human milk during weaning. Acta Paedatr Scand 1983; 72:133

7. Brazelton, T.B. Infants and mothers: Differences in development. Delacorte. New York 1969

Baño del Bebe, ser tocado, acogido, respetado...



Que lo disfruten mucho y os llene el corazón de paz y confianza.

http://www.elephantjournal.com/2012/04/skip-your-morning-meditation-watch-this-instead/

De como venimos al mundo depende en gran parte como se desarrolle nuestra vida......

  El video de parto más tierno que he visto...