16 de enero de 2012

Terapias, Sobre Análisis Bioenergético y Diafreo Terapia

Por Mariana Benetti(*)

La Diafreo terapia tiene su origen en
las disciplinas Somato-Psíquicas siendo una terapia 
holística que presta especial
atención al cuerpo pero contemplando al ser
humano como un todo unitario. Si bien su
desarrollo es con y desde el cuerpo, el trabajo
incide en la persona de manera total.
Podría decir que es un abordaje que sin ser
una psicoterapia actúa como tal, ya que
ayuda a quien la practica a mejorar su
manera de percibir se así como a la relación
consigo mismo y con su sentir, sus capacidades
y sus limitaciones. Aumenta el amor, la
auto estima, propicia la calma física y psicológica,
y es un método muy recomendable
para personas que han sufrido trauma, exceso-
de rigidez, problemas físicos articulares,
musculares y del sistema nervioso.
La palabra Diafreo ha sido tomada del
griego y significa -abrir dejando pasar- lo
cual define el objetivo principal de esta disciplina
que une un trabajo corporal y un trabajo
interior de crecimiento, auto cura y .
conocimiento de si mismo.
Como método de trabajo¡ la Diafreo nace
de la Fisioterapia Mézierista (F.
Mézieres era una Fisioterapeuta Francesa
que revoluciono el campo de la fisioterapia)
y de las aportaciones de Thérese Bertherat
(Antigimnasia) tomando la teoría Psicosomática
de Alexander Lowen padre del
Análisis Bioenergético y discípulo de
Wilhelm Reich -Análisis del Carácter.
y en cuanto a la práctica, este método trabaja
con diferentes posturas de estiramiento
muy precisas, estiramientos que contemplan
la totalidad del cuerpo evitando las compensaciones
que nos sacan del eje corporal y
buscando no solo la armonía corporal sino
también la buena función de los órganos, el
equilibrio del sistema nervioso vegetativo,
etc.
Trabajamos bajo el concepto de que
"La forma condiciona la función"

•Por otra parte - el Análisis Bioenergético,
es una terapia Psico-corporal que utiliza el
lenguaje del cuerpo para curar los problemas
de la Mente. Cuando se habla de lenguaje
corporal hablamos también de interacción-
relación, vínculo entre uno mismo, el
otro, los otros.
Si bien en un principio la terapia
Bioenergética tenia un enfoque especialmente
dirigido a la resolución de las tensiones
que llamamos crónicas producto de la repre-
sión por el miedo al castigo, al abandono,
al rechazo, o a que nos rompan el corazón.
Aspirando a restaurar la espontaneidad natural
del cuerpo y el control del ego. En estos
momentos históricos tenemos unas nuevas
características sociales que han modificado
las necesidad terapéuticas; siendo actualmente
predominante la necesidad de facilitar
a las personas su camino en el desarrollo de
una estructura personal con límites mas adecuados
a sus necesidades vitales y relacionales.
De la misma manera, anteriormente se
hacia más hincapié en la disolución de la
Coraza Muscular mientras que ahora nos
enfrentamos con una demanda mas focalizada
en construir lo que falta dentro de la personalidad.
Por lo que en el trabajo
Bioenergético no solo rompemos estructuras
obsoletas que no nos ayudan a ser libres
para disfrutar llenas/os de energía y fuerza
vital. También procuramos ayudar a construir
y vivenciar experiencias nuevas que han faltado
que aporten recursos, esto se logra a
través de un vínculo entre las personas que
conforman la diada terapéutica o el grupo
contenedor; compañero en el camino de ir
hacia el desarrollo y descubrimiento de nosotros
mismos basándonos en el fortalecimiento
y construcción del respeto hacía uno mismo.
Los sentimientos y su expresión son
fundamentales en este camino

"somos lo que sentimos no lo que hacemos".

En Análisis Bioenergético accede a la personalidad
a través de la palabra, del cuerpo
y de la relación; ya que entiende al ser
humano como una unidad en la que lo mental
y lo físico están en constante interacción
entre sí y con el entorno.
El trabajo se realiza desde dos modalidades:
el proceso individual y el proceso grupal.
El proceso individual va dirigido a la
persona en concreto, y según su demanda se
planteará un abordaje desde la Diafreo o
desde el Análisis Bioenergético e incluso
desde el complemento de ar:nbas.
 *En Diafreo el trabajo se inicia con la lectura
corporal que el terapeuta realiza del paciente
y con la demanda concreta que el paciente
trae a la consulta. A partir de entonces y
tomando en cuenta estos dos factores, el
terapeuta ira proponiendo a lo largo del proceso
los ejercicios y posturas corporales
concretas a trabajar según estime necesario.
*En Análisis Bioenergético se inicia el proceso
con la escucha de la demanda que el
paciente trae a la consulta y se trabaja para
desarrollar esta lo más precisamente posible.
Posteriormente se hace una lectura corporal
y se incorpora la historia personal del
paciente, ya que el terapeuta necesita conocerle
para poder relacionar conjuntamente -a
través del análisis y la elaboración- qué de
lo que se actualiza en el presente pertenece
al pasado. Con todos estos elementos y ayudado
por intervenciones corporales, el proceso
continúa con el planteo de unos objetivos
de trabajo. Esta es una descripción muy
simplificada de un proceso en el que además
irán apareciendo obstáculos, a los que
llamamos resistencias, que también formarán
parte del trabajo.. E incluso lo que al principio
parecía estar claro como demanda
puede que cambie en el desarrollo del
mismo.
*En el proceso grupal me propongo integrar
el trabajo corporal de la Diafreo y la
Bioenergética con la palabra que da forma
a lo sentido y lo nombrado, en un marco
enriquecido por el compartir nuestro propio
proceso con el de los demás y viceversa. El
eco en los demás puede fortalecer y desarrollar
lo que cada uno es, también en la diferencia.

La respiración.
Es una de los elementos que considero más
importante en la conexión y el desarrollo del
encuentro con uno mismo. Podría decir que
es un puente de conexión con lo inconsciente
y el sentir consiente. El diafragma es lo primero
que se contrae cuando de pequeños
tenemos miedo y este proceso de contracción
puede llegar a hacerse crónico (debido
a las repeticiones) impidiéndonos sentir con
fluidez. Mientras la respiración se hace más
superficial; existen más posibilidades de
deprimirnos ya que estamos minimizando
una de nuestras fuentes de carga energética
más importantes. Tomar conciencia de ello y
del propio cuerpo significa abrir el acceso a
la totalidad de nuestro propio ser.•

(*)Certificada en Análisis Bioenergético por el
Instituto Internacional de Análisis Bioenergético y
la Sociedad Madrileña/. Diplomada en Diafreo
terapia, por la Escuela Mallorquina de Malen
Cicerol y Linda Jent. España. /Profesora en
Educación a través del Movimiento y el Deporte IPEF, Córdoba Argentina.

maianabenett@yahoo.es
telf. 655 52 33 56

4 de diciembre de 2011

Talleres monográficos mensuales

Condenados a creer


Dr. Pablo Daniel Abadi.

Al verme a mí mismo y a la gente ante las elecciones presidenciales en mi país, me vi llevado a pensar en el fenómeno de la confianza, y en su opuesto, el de la desconfianza. En el origen de la esperanza y la ilusión que se despiertan en momentos como ese. Me vi y nos vi creyendo en policías, en jueces, en médicos, en los medios, en los sacerdotes, en pastores de TV, en vendedores de tiendas, creemos en Dios. Creemos en nuestros presidentes, en nuestros diputados, en sus promesas, en su interés por la cosa pública. Creemos. En algunos de estos al menos. Creemos en la sonrisa y en las lágrimas, en la palabra dada y en el apretón de manos, y en el orgasmo demostrado. ¿Por qué es que seguimos creyendo aun después de mentiras y experiencias frustrantes que hemos vivido? ¿Por qué somos bien pensantes, por qué tenemos ilusión, por qué damos crédito, por qué tenemos fe? ¿Por qué nos vemos inclinados a confiar? ¿Por qué volvemos a dar crédito? ¿Por qué volvemos a esperanzarnos?

Esta tendencia a creer y confiar permite que el mundo siga andando, que digamos sí en vez de no, que acordemos, que nos asociemos, que vivamos sostenidos y sosteniéndonos formando una red de pares, una fratria .Pensemos en la condición, en el origen de esta cualidad, de esta capacidad, de esta posibilidad de confiar. No es una cualidad que debamos dar por presente en todos, menos aún como un rasgo de peso en la vida. Del otro lado, en la vereda opuesta , padeciendo, los deprimidos, los desesperanzados, los escépticos, los solitarios, los aislados, los esquizoides, los adaptados. Y otro grupo más problemático para la sociedad: los incapaces de amar, los inescrupulosos, los antisociales, los llamados psicópatas. Ellos son los que se alimentan de nosotros, de nuestra capacidad de creer, de nuestra confianza , ellos explotan nuestra confianza, nos conocen, nos usan, nos abusan, nos burlan, nos engañan, nos estafan, nos mienten. Los que nos hacen dudar de todo, los que nos hacen sentir crédulos. Casi logran desengañarnos, desesperanzarnos, deprimirnos. La estafa tiene larga vida asegurada, porque siempre habrá miradas confiadas del otro lado.

Todos hemos vivido suficientes desengaños como para caernos en la más absoluta de las desconfianzas en el otro, en su palabra, en su sinceridad. Todos hemos estado cerca de perder las esperanzas. Pero volvemos a creer.

No llegan a demoler nuestra médula, nuestro núcleo de confianza en el otro , en su palabra , en su promesa. Si nos engañan los políticos a lo sumo pediremos que se vayan todos. Pero para que vengan otros, otros nuevos, otros en los que nuevamente podamos creer y depositar nuestra confianza, necesitamos creer otra vez. Creer es parte de nuestro destino en cuanto que el destino no es otra cosa que la historia que ya hemos vivido. Y como somos humanos, por ser humanos, si estamos aquí y hablamos y reímos es porque hubo gente que nos ha cuidado, sostenido y preservado. Gente que nos ha enseñado a confiar, gente que no nos ha estafado. Y es a este otro a quien le debemos esta capacidad de creer.Esa necesidad-capacidad de creer se gestó en las buenas experiencias desde la infancia. En experiencias de ilusión sostenidas, una y otra vez. Y una vez conformada, esta capacidad no es destructible, ni deformable aún por más malas experiencias coyunturales que se vivan en la adultez. Sea por un desengaño amoroso o por haber padecido a un presidente venal, o haber caído en manos de un médico inescrupuloso o un juez corrupto. Para tener capacidad de amar, ser personas aceptablemente saludables y bien pensantes tuvimos que haber sido cuidados y mirados por otros, al principio nuestros padres, luego maestros y finalmente la sociedad toda que tiende con naturalidad a preservar a un niño. Esa es la base de la confianza que hoy nos puede generar un vendedor de una tienda, o el presidente de la nación , el actual o el próximo. Lo fascinante y lo afortunado es la constatación de que esa capacidad de creer es indestructible. Después de un desengaño, pasa un tiempo y volvemos a creer. Una aclaración, cuando me refiero a personas sanas no digo santas. Aceptamos que es propio de los humanos ser buenos y malos, generosos y egoístas, pequeños y magnánimos, altruistas y miserables. En la salud son aspectos que conviven. En la enfermedad no. Creer tiene una raíz en la infancia pero no es un acto de inmadurez. El optimismo es una obligación, y es una obligación moral porque es una expectativa positiva leal al amor recibido, consecuente y consecuencia del amor recibido. Creer es así parte de un deber moral de lealtad a nuestros primeros amores.

A la vida

Dicho, en términos psicoanalíticos, el objeto bueno internalizado en la niñez, que con Winnicott lo llamaríamos objeto creado, no es destructible por malas experiencias posteriores que surjan. Siempre se esperará reencontrarlo, en un amor, en una compra, en la droga aunque sea paradójico. Pero siempre esperamos -esperaremos la repetición el reencuentro, del acontecimiento amoroso- creativo.

Y como psicoanalistas entonces, ¿cuál es nuestro particular credo, en el sentido etimológico de creer? ¿En qué creemos los psicoanalistas? ¿Por supuesto en la estructuración del inconciente, en el fenómeno de la transferencia, en el complejo de Edipo, y podría seguir con algunos otros de nuestros principios.
Pero, dicho de otro modo, ¿en qué confiamos los psicoanalistas?

Confiamos en el deseo. En el deseo de hijo de los padres, en el deseo de los padres de ayudar a sus hijos a ser otros y no a someterlos a su deseo, confiamos después en el propio deseo del sujeto, y es a esa fuerza, a ese movimiento vital y a su itinerario al que dedicamos nuestra investigación, nuestro esfuerzo como analistas. Nuestro credo es que donde está el deseo esta la persona y que nos debemos a que el sujeto se pueda apropiar de él en primera persona. Tenemos varios modos de decir esta verdad: donde era el ello yo debo advenir. Recuperar la historia. Integrar lo disociado. Levantar la represión. Desenmascarar el síntoma.
El deseo puede presentarse y representarse reprimido, disociado, alienado, desviado, intoxicado, atrás de un disfraz de mujer o en la aguja que introduce la droga, o en el cigarrillo que se prende, por dar ejemplos de la consulta cotidiana. El deseo nunca ausente, creemos eso, como escribía Frances Tustin: hasta en el más profundo de los autistas hay juego, se descubre juego, a veces es solo acomodar y desacomodar la visión. El deseo en un ser vivo es nuestro interés.

Creemos y confiamos en que esa es la fuerza de esa vida, y la razón de sus actos y movimientos y ahí vamos a develarlo, a descifrarlo, a escudriñarlo, a respetar su majestad. En el otro lado está el psicoanalista que mira conductas y síntomas y los juzga en nombre de algún bien y propone o acepta medicarlos, se opone al mal , sin respetar nuestro credo, que es que ese síntoma es el modo en que se expresa el deseo, que ahí está la materia prima de su eros, de su fuerza vital, de su pulsión, ignorando que medicarlo o querer reconducirlo hacia el supuesto bien es robarle, falsificarle, manipularle al analizante el secreto de su vida, para conducirlo quien sabe a qué norma, a qué normalidad de laboratorio. Psiquiatrizar su paciente psicoanalítico. En lugar de entregarse a la confianza en nuestro credo. Si esta persona esta acá, delante nuestro, hablándonos de su sufrimiento, es que un deseo vital lo anima y que la confianza en el encuentro con otro es también su credo. No busca una medicación. El paciente que nos consulta busca que lo ayudemos a desmalezar su deseo, a encontrarlo atrás de sus disfraces, de sus actos, de sus tóxicos, de sus repeticiones, de su sometimiento, etc. Busca que convoquemos los demonios del Averno. Del otro lado están los analistas que creen en el mal y al mal hay que atacarlo, combatirlo como sea. No confían en el camino que conduce del “temible” síntoma a la pulsión de vida.

Se asustan, y medican. No creen y medican. No se quieren hacer cargo y medican. Pero lo que es pensable como explicación es que han tenido ellos mismos análisis en los que su propio deseo no fue convocado, descubierto, respetado, cuidado. Tal vez su propio deseo fue desrespetado en su propio análisis, malversado. Así como nuestros pacientes tienen las huellas de padres que no han estado ahí para que sus hijos desarrollen su deseo, padres que no tuvieron como meta sólo ser parte del desarrollo de un ser deseante, aportando solo su deseo….también hay analistas que probablemente han tenido padres analíticos irrespetuosos de sus síntomas, de su patología en la que había que descubrir y liberar su deseo, que repetirán el mismo modelo con sus pacientes e irán conduciéndolos al silencio en nombre de algún bienestar.

Entonces, vuelvo a mi pregunta, ¿en qué confiamos los analistas? ¿En el deseo que se muestra vivo y desafiante en el discurso y en el síntoma, o en el asesinato del síntoma y por lo tanto del deseo?
Creemos que oculto en el síntoma y sosteniéndolo se oculta el deseo, o creemos que se enseñorea algún demonio al que debemos decapitar .

Atacando al síntoma angustia, o al síntoma depresión o a la ansiedad o al supuesto síndrome o al supuesto trastorno, decapitaremos al desdichado, nos decapitaremos como su analista, e intentaremos decapitar al psicoanálisis. Como estudiantes o estudiosos de Winnicott, aún a riesgo de ser tildados de naïves, creemos en la salud, en la salud posible sostenida por el deseo, o en la salud recuperable análisis mediante. Salud que puede estar ocultada, atrapada, encadenada, salud enjaulada o desviada no obstante creemos en la salud que espera su momento. Como Winnicottologos no creemos en la enfermedad que surge de la naturaleza del alma; recuerdo a Winnicott cuando dice que no existe en el ser humano ninguna tendencia natural hacia la enfermedad. Apoyado y apoyándose en su no adhesión a la hipótesis de la pulsión de muerte.
Como consecuencia no creemos en un caos primario ni en la envidia primaria, ni en la esquicia primordial.

Así las cosas no tenemos nada que temer, no hay un infierno detrás del infierno. Por eso no creemos en sujetar sujetos con medicaciones, ni en amordazarlos, ni en taparnos los oídos. Como analistas no creemos en el doble discurso, en la propuesta esquizofrenógena de la asociación libre por un lado y por el otro lado la silenciación química. Con una mano señalarle el diván y con la otra extenderle un ansiolítico. Entre paciente y analista escuchemos su relato, su historia, su inconciente, los caminos de su deseo, el recorrido por el laberinto de su amor, sorprendámonos los dos con lo que encontramos, investiguemos, preguntemos, construyamos la historia del amor que duele en síntomas.

Pablo Daniel Abadi
Primavera 2009

9 de septiembre de 2011

Análisis Bioenergético


Avance del programa: curso 2011-12

avance programa curso 2011-12

 Para este curso tenemos programa

* Sesiones Abiertas con un tema a tratar cada sesión los jueves una vez al mes

* El comienzo de nuevos grupos de trabajo corporal con una modalidad semanal por la mañana del martes y otro por la noche del jueves

* Grupos intensivos los Sábados

* Un nuevo grupo de Diafreo terapia en Toledo los viernes por la tarde

* Consulta Individual de  Análisis Bioenergético Psicoterapia y Diafreo Terapia